Óptima Infinito

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Programar: El ineficaz lado oscuro de planificar

| tiempo de lectura 3:54'

Aunque a veces parece que se nos olvida, es muy importante recordar que el lenguaje define realidades. Esto es particularmente relevante en el trabajo del conocimiento, ya que la materia prima por excelencia en este tipo de trabajo, el conocimiento, se expresa en palabras.

Una de las situaciones en las que el impacto del lenguaje queda pantente es cuando hablamos de «planificar». En español, lo que comúnmente se entiende por «planificar» es distinto de lo que se entiende en inglés. En este caso, tenemos un problema adicional al del propio lenguaje, que es el idioma.

En el caso concreto de la planificación, la mayoría – por no decir la totalidad – de las metodologías más populares y extendidas a día de hoy se definieron y fueron escritas en inglés. Cuando trabajaba en HP como Director de Formación y Desarrollo de la división de Servicios, una de las formaciones que tenía que contratar de forma regular estaba relacionada con la certificación como PMP y recuerdo perfectamente como el nombre de uno de los cursos era «Planning & Scheduling», que en español se traduciría como «Planificación y Programación».

Decía que el idioma es un problema adicional porque, en inglés, las palabras «plan» y «schedule» tienen significados bien distintos mientras que, en español, las traducciones respectivas, «planificar» y «programar», son mucho menos claras. Esta falta de claridad, junto a la falta de correlación directa entre las palabras inglesas y sus correspondientes traducciones españolas, tienen mucho que ver con la confusión reinante sobre qué es y qué no es efectivo cuando se habla de «planificar».

En inglés, «plan» significa «a set of actions that have been thought as a way to do or achieve something», es decir, «conjunto de acciones en las que se ha pensado como forma de hacer o conseguir algo» y también significa «something that a person intends to do», es decir, «algo que una persona tiene intención de hacer». Dicho de otra forma, «plan» – en inglés – tiene que ver o con «pensar» o con «desear» pero nada que ver con «decidir» o «programar».

Por su parte, «schedule» significa «a written or printed list of things that will be done and the times when they will be done», es decir, «una lista escrita o impresa de cosas que se van a hacer y de los momentos en que se van a hacer». Dicho de otra forma, «schedule» tiene que ver con «decidir» o «programar» qué se va a hacer en un momento concreto futuro.

En español, el significado original de las palabras «plan» y «schedule» queda mucho más difuso, en gran parte debido a interferencias del lenguaje. Por ejemplo, uno de los significados de «programar» en español es «idear y ordenar las acciones necesarias para realizar un proyecto», que en inglés correspondería a «plan», no a «schedule».

El significado más habitual de «programar» en español es «elaborar programas para su empleo en computadoras», mientras que la traducción de «programar» más próxima a la de «schedule» sería «preparar ciertas máquinas o aparatos para que empiecen a funcionar en el momento y en la forma deseados», con la sustancial diferencia de que se refiere únicamente a máquinas o aparatos y no a actividades realizadas por personas. Si quisiéramos utilizar «programar» para actividades humanas tendríamos que especificarlo: «programar actividades/acciones/tareas».

Cuando en español alguien quiere hablar sobre «una lista escrita o impresa de cosas que se van a hacer y de los momentos en que se van a hacer» no dice que tiene un «programa» sino que tiene un «plan» y cuando va a escribir esta lista no dice que va a «programar» lo que tiene que hacer sino que va a «planificar» lo que tiene que hacer. Este es el problema.

Cuando un inglés te dice que comiences el día «planificando», te dice que comiences el día «pensando» qué tiene sentido hacer durante ese día, no «adivinando» qué vas a hacer en cada momento del día. Claro que resulta mucho más fácil «planificar» a la española, que no es sino procrastinar, que «planificar» a la inglesa, que es «pensar». Así que cuidado con lo que lees, porque la productividad basura perjudica seriamente tu efectividad y, desgraciadamente, hay mucha.

«Planificar», entendido como «pensar», «imaginar», «desear», «prever» o «anticipar» posibles situaciones es una actividad imprescindible y de alto valor añadido en el trabajo del conocimiento. Estamos hablando del «planificar» inglés, no del español, por supuesto.

«Planificar», entendido como «escribir la lista de cosas que se van a hacer y de los momentos en que se van a hacer» es jugar a adivinar el futuro y una pérdida absurda de tiempo y recursos en el trabajo del conocimiento. Estamos hablando del «planificar» español, equivalente al «programar» o «schedule» inglés.

Las metodologías de efectividad y productividad personal como OPTIMA3® o GTD® son conscientes de estas profundas diferencias y por eso proponen soluciones que ayuden a «planificar» más en su sentido inglés («pensar antes de hacer») y a dejar de «planificar» en su sentido español («jugar a adivinar qué crees que vas a hacer»), sustituyendo este ejercicio absurdo de adivinación por la elaboración y mantenimiento de mapas de opciones con sentido para elegir en cada momento, en función de las circunstancias reales, no de las imaginadas, ya que la ciencia ha demostrado que adaptarse a la realidad es mejor que planificar.

En serio, hazte un favor y deja ya de planificar perder el tiempo. Hoy existen alternativas mejores para mejorar – de verdad – tu efectividad.

Comentarios

Pedro Canal avatar
Pedro Canal


Artículo lúcido desde todos los ángulos, se mire por donde se mire.
Hay demasiados falsos gurús de la productividad por ahí, copiándose entre ellos, repitiendo tópicos que son más de lo mismo y que no funcionan.
Es un gusto leerte, eres un maestro. Tu no copias, te copian.

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Muchas gracias, Pedro. Me encanta mi ¿trabajo? y disfruto enormemente experimentando, aprendiendo y compartiendo lo aprendido día a día. Imagino que se nota... ;-)
Un abrazo!

David Sánchez avatar
David Sánchez


La planificación "a la española" parece que da una falsa sensación de tranquilidad y control a quien la practica. Pero no sólo es inútil siendo la naturaleza del trabajo tal y como es ahora: cambiante, incierta, indefinida, no evidente,..., sino que además es frustrante porque casi nunca se puede cumplir.

También es atractiva porque permite eludir la responsabilidad. Si no puedes hacer algo de lo que habías programado, no es culpa tuya. Tu lo habías programado pero lo astros se han alineado contra ti para que no lo hagas.

La planificación de verdad exige pensar y decidir, como bien dices en el post. La cuestión es que eso requiere un esfuerzo mayor que jugar con fechas subjetivas, irreales y que no valen para nada. Espera, ¿requiere mayor esfuerzo?. ¿Seguro? ;-)

Un abrazo

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La planificación «a la española» es una forma sutil de procrastinar, porque da la impresión de que se está haciendo algo cuando en realidad se está perdiendo el tiempo simple y llanamente. La obsesión por el control produce descontrol. Intentar ponerle puertas al campo nunca ha funcionado y empeñarse en decidir cómo tiene que ser el futuro, tampoco. Hablamos, en definitiva, de irresponsabilidad. Un profesional del conocimiento es responsable de conseguir resultados, aprovechando al máximo los recursos y las circunstancias. Echar la culpa a los imprevistos es como quejarte de que sales mojado de la piscina. Un absurdo, porque los imprevistos son consustanciales al trabajo del conocimiento. Lo que hay que hacer es dedicar más tiempo a pensar de forma efectiva y menos a marear la perdiz «planificando», «clasificando» y demás chorradas varias. Nadie nos ha enseñado a trabajar en el trabajo del conocimiento. Nadie nos ha dicho que antes de hacer hay que pensar para convertir en evidente lo que hay que hacer y cúando estará hecho. En consecuencia, pasamos el tiempo con las «tontás» sin hincar el diente a los temas que realmente generan valor, porque son complejos y exigen esfuerzo intelectual continuado. Es tan fácil - y tan difícil - como aprender a trabajar en el trabajo del conocimiento. La buena noticia es que sobra tiempo. Lo que falta es foco.

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