Las urgencias son un indicio de incompetencia
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Las urgencias evidencian baja efectividad
La efectividad personal es una competencia transversal clave para cualquier persona y, en especial, para las que son profesionales del conocimiento.
Por tanto, las personas que aún no han desarrollado su efectividad personal son incompetentes en esta área.
Una de las formas más rápidas y sencillas de reconocer esta carencia competencial es observar a la persona en su entorno profesional.
Las urgencias son incompatibles con la efectividad, así que si lo que observas es alguien que habitualmente vive «en modo bombero», puedes dar por seguro que su efectividad personal es baja.
Qué es realmente una urgencia
Una urgencia —real— es algo que, simultáneamente, ni se puede prever, ni se puede evitar, ni se puede ignorar, ni puede esperar.
Uno de los primeros aprendizajes que lleva acarreado el desarrollo de la efectividad personal es que —exceptuando hospitales y determinados servicios públicos— las urgencias no deberían existir en las organizaciones.
Las falsas urgencias son uno de los peores cánceres organizativos actuales, junto con el email, las reuniones y la mediocridad directiva.
A dónde nos lleva todo esto es a una conclusión sencilla: las urgencias son fácilmente evitables.
Una vez entendido que las urgencias reales no existen en las organizaciones y que las falsas urgencias son evitables, vamos a ver qué las causa.
Hacer mal las cosas genera urgencias
Lo primero que hay que entender es que la inmensa mayoría de las urgencias no nacen, sino que se hacen.
En términos generales, las urgencias son resultado de hacer mal las cosas y/o de hacer las cosas incorrectas. Dicho de otro modo, son resultado de la falta de eficiencia y eficacia.
«Hacer mal las cosas» puede ser individual, colectivo o —lo más habitual— una combinación de ambas cosas. Y, en todos los casos, puede referirse tanto a hábitos inefectivos como a procedimientos de trabajo inefectivos.
Un ejemplo de hábito inefectivo es convocar una reunión multitudinaria para tratar cualquier tema que surge.
Ejemplos de procedimientos de trabajo inefectivos son gran parte de los utilizados en las organizaciones —cuando existen—, ya que normalmente o están mal diseñados, o están desactualizados, o no se conocen, o no se aplican, o se aplican mal.
También lo hace enfriar poco el pensamiento
Una de las formas en las que se expresa la efectividad personal es el estado mental conocido como «mente como el agua»; un estado en el que ni se infra-reacciona ni se sobre-reacciona ante lo que va apareciendo en nuestro radar.
Muchas de las falsas urgencias aparecen porque, en lugar de pensar, decidir y actuar desde una «mente como el agua», se reacciona emocionalmente desde una situación de estrés, lo que otorga primacía absoluta a nuestro primitivo cerebro reptiliano.
La efectividad personal nos enseña que la mejor forma de prevenir este tipo de reacción inadecuada es «enfriar el pensamiento» lo necesario.
O enfriarlo demasiado
Un buen número de urgencias son consecuencia de la falta de proactividad.
Son muchas las cosas que se van dejando pasar, quedando relegadas a un segundo plano porque —cuando surgen— no son urgentes.
La falta de proactividad, es decir, el operar exclusivamente en modo reactivo, hace que estas cosas que cuando surgieron no eran urgentes, terminen siéndolo.
La mala práctica generalizada de primar «lo urgente» —sin ninguna fecha límite asociada— frente a «lo no urgente» —con fecha límite asociada— hace que «lo no urgente» quede sistemáticamente en el olvido hasta que se vuelve «urgente».
La efectividad personal nos enseña que es necesario mantener una perspectiva global sobre todos nuestros asuntos si queremos poder elegir bien cuál es la opción correcta en cada momento.
En ausencia de esta perspectiva global, lo inmediato se impone, por irrelevante que sea.
Al igual que carecer de un sistema fiable de recordatorios
Son pocas las personas que cuentan con un sistema externo completo, actualizado y accionable de recordatorios 100% fiable.
Esta carencia hace que muchas personas generen artificialmente urgencias para poder cerrar de inmediato temas que podrían esperar —cuánto tiempo es lo de menos— sin mayor problema.
La intención de fondo es positiva. Son conscientes de que si no lo hacen ahora mismo lo más probable es que se les olvide, así que optan por hacerlo ya y quitárselo de encima.
El problema es que su incompetencia en efectividad personal está generando falsas urgencias que no solo le afectan a ella, sino que perjudican a toda la organización.
Desarrollar la efectividad personal permite olvidar las urgencias
Ser o no ser una persona efectiva es una decisión personal y las decisiones tienen consecuencias.
A su vez, la libertad de elegir conlleva la responsabilidad de asumir estas consecuencias derivadas de nuestras elecciones.
Una de las muchas ventajas de ser una persona efectiva es saber que la falta de organización de las personas inefectivas no son tu urgencia y por tanto no tienes por qué asumir sus consecuencias.
Así que, ahora que ya sabes por qué las urgencias son un indicio de incompetencia, es tu elección seguir viviendo en ellas o desarrollar tu efectividad personal y olvidarlas.
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