Óptima Infinito

El Blog de José Miguel Bolívar

Optima infinito

Aprender a prever para poder reaccionar mejor

| tiempo de lectura 4:05'
Chica surfista colocando agarre en el tobillo como ejemplo de prever

Este no es el post que estaba escrito y programado para publicarse hoy. En su lugar, lo que me pide el cuerpo es compartir algunas reflexiones provocadas por la situación actual en la que nos encontramos.

Como es lógico, los esfuerzos ahora deben centrarse en minimizar el impacto de la pandemia en todos sus frentes —además del sanitario— y en intentar encontrar una solución al problema más allá de la contención, sea esta una vacuna preventiva o un tratamiento curativo o, al menos, paliativo de los daños.

Sin embargo, creo que también hay que intentar aprovechar para aprender de lo que está pasando y qué mejor para ello que hacernos algunas preguntas.

La primera de todas ellas es ¿era esto evitable?

Probablemente no. El mundo globalizado en el que vivimos, con millones de personas moviéndose constantemente de un sitio a otro —tanto en sus zonas de residencia y trabajo habituales, como en su país o en otros— hace prácticamente imposible que cualquier enfermedad contagiosa con las características del COVID-19 no se convierta en pandemia.

Esto significa que lo que está pasando caería dentro de lo que Covey denominó círculo de preocupación.

Siempre hay cosas en tu zona de influencia

La segunda pregunta es ¿podríamos haber estado en mejores condiciones para reaccionar ante la pandemia?

Con toda seguridad, sí. Muchas voces autorizadas llevan años alertando sobre la inminencia de algo como lo que está ocurriendo.

Esto significa que la forma de reaccionar ante lo inevitable cae en nuestro círculo de influencia.

Como está quedando patente, los sistemas públicos de sanidad son los únicos capaces de afrontar con éxito este tipo de situaciones. A pesar de ello, lejos de reforzarse, se han ido desmantelando progresivamente con la justificación de las últimas crisis económicas.

¿Cómo es posible que —disponiendo de toda la información sobre el riesgo real existente— nuestros comportamientos hayan sido justo lo contrario de lo que deberían haber sido?

Hay varios factores que contribuyen a la explicación de este sinsentido.

Más prever y menos sobreplanificar

Por ejemplo, al ser humano le gusta mucho planificar, pero le da mucha pereza prever. Las razones están claras y ya las he explicado aquí.

Como la calidad de la reacción suele ser proporcional a la calidad de la previsión, cuando no se prevé —como ha ocurrido en este caso— se reacciona (mucho) peor que cuando sí se hace.

Son muchas las cosas que se podrían haber hecho distinto —es decir, mejor— y la mayoría de ellas con un coste humano y económico muy inferior al que va a conllevar esta falta de previsión.

Otra posible explicación es que uno de los principales problemas que tenemos los seres humanos es nuestra incompetencia estadística, que tan bien explica Daniel Kahneman en su conocido Pensar rápido, pensar despacio.

Sabíamos que esto iba a ocurrir —con toda probabilidad— antes o después. Solo ignorábamos cuándo ocurriría.

Cuando se hacen mal las cosas incorrectas

Un comportamiento reflexivo, resultante de un análisis racional de la información disponible, nos habría llevado a invertir mucho más en epidemiología, estrategias de contención, modelos matemáticos, infraestructuras sanitarias fácilmente convertibles, profesionales de la medicina con formación adecuada para abordar este tipo de situaciones excepcionales al margen de su especialidad, disponibilidad de material sanitario adecuado en la cantidad mínima necesaria…

Porque no es que haya aparecido un virus totalmente desconocido e inesperado con unas pautas de contagio por completo inusuales, unos efectos en la salud hasta ahora nunca vistos o que requieran de nuevos tratamientos médicos nunca antes probados.

En absoluto. Estamos ante un coronavirus más que tiene mucho en común con los demás patógenos conocidos que causan enfermedades respiratorias con posibilidad de complicaciones graves. Complicaciones que son además las habituales en enfermedades que afectan al sistema respiratorio y que se sabe que requieren aislamiento, respiración asistida, etc.

¿Y qué hemos hecho todos estos años en lugar de prever y anticipar lo que estaba por llegar? Reducir la infraestructura sanitaria que teníamos.

Una explicación más es que las políticas que producen resultados a largo plazo no generan réditos electorales en el corto plazo.

Por tanto, ¿para qué vas a invertir en algo que, muy probablemente, va a beneficiar a otro en lugar de beneficiarte a ti?

Parece probable que la miopía política global tenga mucho que ver también en que hayamos llegado a la situación en la que estamos.

Conclusión

Seguramente haya más factores, y mi intención no es hacer una lista completa de ellos. Tampoco lo es criticar a nadie. Creo que la mayoría de la gente actúa con buena intención y tiende a hacer lo que cree conveniente en cada momento. Otra cosa distinta es que lo que eligen hacer sea lo correcto.

Mi intención con este post es provocar una reflexión sobre la necesidad de aprender a pensar y a decidir en este mundo VUCA —y aún más en el mundo post-VUCA que nos espera—, por mucha pereza que dé y por mucho que nos cueste.

Tengo claro que lo que está pasando guarda una estrecha relación con el pensamiento irreflexivo y cortoplacista —todo tiene que ser fácil y todo tiene que ser ya— en el que se ha instalado la sociedad actual.

El coronavirus —u otra pandemia similar— era inevitable. Que fallezcan personas por la pandemia, también, pero ¿qué podría estar siendo distinto si hubiera habido un poquito más de previsión?

Si al menos conseguimos aprender que hay que prever más —¡ojo!, prever, no planificar— y levantar de vez en cuando la vista de la punta de nuestros zapatos para ver qué se aproxima por el futuro (¿alguien dijo calentamiento global?), este sufrimiento habrá servido para algo.

Cuídate, #QuedateEnCasa y cuídanos.

Comentarios

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Julen


Desde luego que tenemos margen de mejora. Ahora bien, cuando por ejemplo Kanehman y compañía nos explican cómo nos afectan los sesgos, mi gran pregunta es: ¿no es lógico que nos pase lo que nos está pasando cuando la mayor parte de lo que se nos ofrece tiene por detrás la lógica de explotación de nuestros sesgos? Lo que quiero decir es que la falta de previsión quizá sea la consecuencia lógica de vivir inundados por experiencias que hacen más probable que caigamos en los sesgos.

En fin, quiero pensar con todas mis fuerzas que aprenderemos de esta crisis. Le leía a Genís Roca que cuanto más grave y profunda, mejor aprendizaje obtendremos. ¿Tenemos que avanzar a base de semejantes desastres? ¿Somos así los humanos? ¿Para las generaciones anteriores a la nuestra fueron las guerras y para nosotros es la naturaleza que se defiende de nuestra incompetencia?

NO queda otra: mucho ánimo, JM.

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José Miguel Bolívar


Sí, claro, es completamente lógico. El neuro-marketing, la neuro-poltica y, en general, el neuro-mangoneo están ahí, aprovechando nuestros sesgos con fines cuestionables en la mayoría de los casos.
Reconozco mi escepticismo ante la capacidad de aprendizaje colectivo del ser humano. Y sí, es muy posible que todas estas atrocidades por las que pasa el ser humano sean en cierto modo un mecanismo de control que la naturaleza pone a nuestra irracionalidad.
Un abrazo fuerte y cuídate, Julen.

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Juan Manuel Rodríguez Bernabéu


Sin entrar en las consideraciones teóricas este tipo de situaciones eran previsibles. En mi experiencia personal como trabajador sanitario el haber vivido situaciones similares a menor escala o con menor trascendencia desde el punto de vista de la mortalidad o de su impacto económico ha llevado a algunas organizaciones a tener medios y protocolos para hacer frente a este problema , mientras que a otras les ha pillado con el paso cambiado. Esto es muy evidente en el sector de las residencias geriátricas donde se están dando situaciones dramáticas. Es en parte una visión cortoplacista, pero también es el miedo a la crítica, a veces feroz , cuando la previsión resulta desproporcionada para las consecuencias , como por ejemplo ocurrió con la gripe A de 2009-10 . Una interesante reflexión .

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José Miguel Bolívar


Muchas gracias, Juan Manuel. Me parece muy buen ejemplo el que comentas de la gripe A, porque para mi fue un error semejante, solo que en sentido inverso. Yo nunca llamaría a aquello previsión, sino sobre-reacción. Y, al final, la sobre-reacción es una reacción igual de primaria que la infra-reacción. La dificultad de prever radica en que exige analizar la información disponible, pensar sobre ella, establecer hipótesis, calcular riesgos y probabilidades y, finalmente, tomar decisiones. Y todo eso conlleva un esfuerzo y requiere dedicarle un mínimo tiempo de calidad. Por otra parte, prever permite decidir con confianza qué hacer —o qué no hacer— y cuándo hacerlo. Y cuando se decide con confianza, las críticas dan un poco igual, porque se puede explicar por qué se ha hecho lo que se ha hecho.
Un saludo.

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Carlos


Hola
No quiero quitarte la razón porque la tienes. Sin embargo quiero aportar mi vision como ingeniero civil.
Cualquier infraestructura civil no se dimensiona para los picos de demanda. Imaginemos diseñar las carreteras (tuneles y puentes) para el tráfico de la operación salida de miercoles santo. Tendriamos una inversion inasumible para que el 99% del tiempo este desaprovechada. Por eso se hacen estudios estadisticos para hacer el diseño que sea valido para el 80-90% de los casos esperados para un perido de tiempo dado, pero dejando fuera los picos que se "asumen". Un ejemplo de esto fue la central de Fukushima.
Pero si, lo que no se puede es infradimensionar reduciendo la estructura.
El futuro el sistema sanitario tenemos que diseñarlo teniendo en cuenta el efecto pandemia... pero no olvidemos, nosotros formamos parte de ese diseño y debemos aprender a lidiar con estos hechos (educacion, responsabilidad). Como sociedad tenemos que aprender a vivir recluidos 2 meses al año y que no sea un cataclismo economico (esta no sera la ultima vez). La sociedad que mejor se adapte sobrevivira.
Un placer

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José Miguel Bolívar


Hola, Carlos. Estamos de acuerdo. Lo que ocurre es que aquí el problema es otro. La Sanidad pública ya estaba sobresaturada antes de la crisis del COVID-19. Los tiempos de espera en la Comunidad de Madrid para casi cualquier especialidad se medían en meses. Lo que no tiene sentido es que haya más habitantes, y con una población más envejecida que hace 15 o 20 años, y que el número de camas hospitalarias sea sensiblemente menor que entonces. Y esto no es que lo diga yo, es que te lo diría cualquier profesional de la Sanidad pública de Madrid, del color político que sea.
También estoy de acuerdo contigo en que tenemos que aprender que esto se puede repetir y que el mundo —y la economía en particular— tiene que seguir adelante sin que sea una debacle. A día de hoy, en muchos trabajos, obligar a las personas a coincidir en el tiempo y en el espacio para trabajar es un capricho difícilmente justificable, no una necesidad.
Un placer

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