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Efectividad personal: Tu defensa contra las exigencias

| tiempo de lectura 4:28'

En uno de los comentarios al post que publicaba hace unos meses bajo el título «Cómo puedes evitar tú el estrés laboral», Xose, un lector, mencionaba la existencia actual de unos niveles de exigencia y autoexigencia hasta ahora desconocidos y que, en su opinión, seguramente contribuyen al incremento del estrés. El tema me pareció lo suficientemente interesante como para escribir este post.

El argumento de Xose es que, a día de hoy, hay un enorme contraste entre los retos que nos imponemos y nuestra capacidad real para conseguirlos, y que esta situación contribuye a generar estrés. Ya no solo se nos exige ser profesionales excelentes, sino que además hay que vestir a la moda, comer sano, hacer deporte regularmente, expresar nuestra creatividad, defender alguna causa noble y, en definitiva, seguir una serie de patrones sociales aceptados como indicadores de una «vida perfecta».

Comentaba también Xose que ha empezado a aparecer un nuevo tipo de libro, de moda en USA, y que poco a poco está llegando a Europa. Se trata de una especie de libros de «anti-ayuda», cuyo tema central es precisamente la necesidad de relajar un poco estos niveles de autoexigencia y aceptar que tener una vida perfecta es imposible, además de innecesario, y que lo único importante es que sea una buena vida.

Una de las causas de estrés es el «error de cálculo». El cerebro es francamente malo haciendo estimaciones. Por lo general, tiende a sobreestimar determinados factores y a infraestimar otros. Por ejemplo, nuestro cerebro suele hacernos creer que las consecuencias son peores de lo que realmente serían o que nuestras capacidades son muy superiores a cómo son en realidad. Por el contrario, suele hacernos pensar que las cosas son más fáciles de lo que realmente son y que van a requerir menos tiempo y esfuerzo del que en realidad van a requerir.

Tú ya conoces, porque las has sufrido, las consecuencias negativas de estos errores de cálculo: estrés, frustración, pérdida de confianza…

¿Cómo puede la efectividad personal ayudar en esta situación? Como veíamos en el post sobre cómo puedes evitar tú el estrés laboral, hay una serie de hábitos sencillos, al alcance de cualquier persona, que permiten mantener el enfoque y la sensación de control en un mundo en constante cambio. También existen otros hábitos sencillos que ayudan a lograr y mantener una perspectiva global de todos nuestros intereses, obligaciones, deseos y responsabilidades.

Dice acertadamente David Allen, el conocido autor de GTD®, que «puedes hacer cualquier cosa, pero no puedes hacerlas todas a la vez». La clave, por tanto, es disponer en todo momento del nivel adecuado de claridad y confianza para tener la tranquilidad de saber que lo que has elegido hacer es precisamente lo que tienes que hacer, y no cualquier otra cosa.

Las exigencias, tanto las autoimpuestas como las impuestas externamente, se abren hueco en nuestra vida precisamente por esta falta de perspectiva. A menudo olvidamos a qué nos hemos comprometido con anterioridad, tanto si han sido compromisos con otras personas como propios. Por lo general, tan solo disponemos de una visión parcial de lo más reciente. Todo lo demás que en algún momento anterior, consciente o inconscientemente, decidimos que queríamos, debíamos, o teníamos que hacer, o no hacer, queda normalmente en la penumbra.

En esta situación de desinformación permanente, es fácil que las exigencias se logren imponer. Lo más nuevo y lo más ruidoso suele ser interpretado por nuestro cerebro como lo más importante (otro error de cálculo más). En ausencia de un sistema externo de confianza que ponga las cosas en su sitio, el cerebro carece de recursos para rechazar estas nuevas exigencias y, por tanto, las acepta.

La solución a este problema es muy sencilla. Necesitamos disponer de un sistema externo de confianza que le dé información fiable al cerebro sobre todos esos compromisos, intenciones, ideas, posibilidades, objetivos y propósitos previos, a fin de que éste pueda aceptar o rechazar la nueva exigencia, con la confianza de que está haciendo lo correcto y lo más adecuado en todo momento.

Decir «no» a una exigencia, tanto interna como externa, es en realidad muy fácil cuando tienes claras las consecuencias positivas de ese «no» desde una perspectiva global. Lo esencial es entender que todo «no» es un «sí» y que todo «sí» es un «no». Cuando dices «sí» a una nueva exigencia es muy probable que, sin ser consciente de ello, estés diciendo «no» a otras exigencias a las que anteriormente habías dicho «sí». Y lo mismo sucede a la inversa.

Cuando dispones de una perspectiva global y actualizada de cuál es tu propósito, tus valores y principios, la visión de tu vida a largo plazo, las metas y objetivos que te acercan a esa visión, tus áreas de enfoque y tus compromisos a corto y medio plazo, te resulta fácil poner en contraste con todo lo anterior esa nueva exigencia que aparece y ubicarla en el lugar que le corresponde. Nuestra capacidad es limitada, por lo que, a menudo, aceptar una nueva exigencia se traducirá en renegociar nuestro compromiso con alguna exigencia anterior y renunciar a ella para dar paso a la nueva.

Más que decir «no» a las exigencias, el verdadero reto es ser capaces de decir «no» y sentirnos bien con ello. Tener perspectiva ayuda a superar este reto, ya que nos da claridad sobre las implicaciones de ese «no» y, en concreto, a qué otras cosas estamos diciendo «sí» gracias a él.

Como reflexión final, en realidad las exigencias no existen. Solo existen «inputs», «cosas» que llegan a nuestro radar o a nuestra vida y ante las que tenemos que tomar una decisión. La exigencia como tal no es más que un determinado tipo de sensación o de emoción que podemos experimentar durante este proceso de toma de decisiones cuando no se dan las condiciones adecuadas para decidir con confianza.

Si has desarrollado la competencia de la efectividad personal, sabrás que es posible reaccionar de forma equilibrada, sin sobrerreaccionar ni infrarreaccionar, decidiendo con tranquilidad y confianza cuál es la opción más adecuada. Cuando esto ocurre, la sensación de exigencia desaparece. Si aún no has trabajado el desarrollo de esta competencia, te invito a que lo hagas. Son hábitos sencillos, de eficacia probada, y al alcance de cualquier persona. Sin duda, tu mejor defensa contra las exigencias.

Comentarios

David Sánchez avatar
David Sánchez


Hola JM,

Me ha gustado mucho el post. La verdad es que los niveles más elevados de perspectiva tienden a infravalorarse y a prestarles menos atención de la que debemos. Cuando ocurre eso, caer en el sobrecompromiso es cuestión de tiempo.

De hecho, reconozco que me ocurre a veces. Tengo bien identificado que mis «caídas del vagón» se deben, principalmente, a adquirir más compromisos de los que puedo asumir en el momento en el que los asumo. Afortunadamente, esto ocurre con poca frecuencia... aunque somos humanos ;-)

Acudir a los niveles de perspectiva superiores (metas, objetivos, valores, propósito,...) ayuda a tomar decisiones y enderezar el rumbo. En mi experiencia, hay que dedicar atención a «regar» ese jardín. Tiene mucho más valor que lo que aparentemente pueda parecer.

Un abrazo!

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Muchas gracias David.
Difícil estar más de acuerdo con lo que comentas. La perspectiva, con la visión global que ofrece, permite poner cada necesidad o deseo individual en contraste con todo lo demás y, a partir de esa imagen integrada, decidir mejor y, sobre todo, con los pies más en el suelo. El valor de la perspectiva y de la revisión son por lo general infravalorados, lo cual es comprensible porque la perspectiva sin control es, al menos en mi opinión, al menos incompleta.
Un abrazo!

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Xose


La perspectiva dibuja tu norte, en resumen, así que echarle un vistazo es como ojear de cuando en vez la brújula: ayuda a que no te pierdas por caminos secundarios, que pueden parecer atractivos, pero que van en la dirección equivocada (para ti). Me alegro de que el comentario haya inspirado esta entrada, por cierto!

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Muchas gracias Xose. Ha sido un placer :-)

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David Barreda Carrillo


Hola José Miguel,

...parece entonces que ¿no cumplimos nuestros compromisos porque 'los olvidamos'?
...un sistema de confianza externa, ¿nos hará personas más comprometidas?
...cumplir un compromiso ¿es una cuestión de perspectiva?

...y paro, no sé que me pasa con este post tuyo que me genera una pregunta detrás de otra.

Un abrazo!

Davidbc

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Hola David.
Leyendo tu comentario me doy cuenta de que debería haber concretado un poco más a qué me refiero con «compromiso» y por «perspectiva». Para un GTDista el significado de estos conceptos es algo obvio aunque, por lo general, distinto de lo que significa para otras personas.
El tema da mucho juego, así que le voy a dedicar un post. De todos modos, te adelanto algo de las respuestas.
La memoria a corto plazo es limitada y no todos los compromisos conllevan una carga emocional, luego sí, hay compromisos que olvidamos, generalmente «sepultados» bajo otros compromisos más recientes. También ocurre que a menudo confundimos «compromiso» con «intención».
Un sistema de confianza externa nos hará personas mejor comprometidas, que es lo importante. A lo mejor nos comprometemos con menos cosas, pero cumpliremos más.
Ante un compromiso se pueden hacer 3 cosas: cumplirlo, incumplirlo o renegociarlo. La perspectiva ayuda definitivamente e evitar lo segundo.
Un abrazo!

David Barreda avatar
David Barreda


Buenas tardes, José Miguel,

...me voy a cortar, porque el tema me parece súper interesante, te voy a plantear nuevas preguntas sobre tu respuesta y te vas a cansar de mí más pronto que tarde...

...yo también tomo nota de las ideas y espero expectante tu post.

Abrazo!!

David

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