Óptima Infinito

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La Verdad sobre Transformación Digital y Efectividad

| tiempo de lectura 4:37'

«Transformación digital» es la nueva expresión de moda, el último invento para vender más y mejor, aunque siga sin quedar claro qué se vende ni para qué sirve. Nos encontramos nuevamente ante una de esas expresiones ambiguas – yo prefiero llamarlas «nebulosas» – que cada vez cobran más protagonismo en el lenguaje por lo tremendamente útiles que resultan, ya que cada persona las «rellena» de contenido con el significado que quiere…

A día de hoy, hablar de «transformación digital» es hablar de casi todo y, a la vez, no decir casi nada. La transformación digital es una obviedad. La irrupción masiva de «lo digital» es un hecho y está afectando en mayor o menor medida a casi todo lo que conocemos. Parece evidente que la «digitalización» está suponiendo cambios acelerados, y a menudo forzados, tanto en la forma de hacer negocios como en los propios modelos de negocio. La «conectividad» derivada de la llegada de Internet y la posterior «digitalización» de innumerables aspectos de nuestro entorno, ha provocado, sigue provocando y, lo más importante, va a seguir provocando, profundos cambios en nuestro día a día. Son pocos los aspectos cotidianos que escapan de la transformación digital…

Sin embargo, el objeto de este post es mucho más concreto. Mi intención es analizar un discurso muy peligroso para la efectividad de las organizaciones, un discurso falaz que me estoy encontrando cada vez con más frecuencia y que supone la enésima versión de un viejo error: poner a las personas al servicio de la tecnología.

Se habla mucho de la transformación digital como nueva panacea para la mejora de la productividad y lo más sorprendente a estas alturas es que aún haya gente que se lo siga creyendo.

El cambio es evidente. Resulta difícil negar que la llegada de lo digital está suponiendo la desaparición de modelos de negocio que en su día fueron enormemente rentables y la aparición de otros nuevos, casi inimaginables hace tan solo unas décadas, y cuyas rentabilidades actuales resultan espectaculares. También ha quedado claro que lo digital ha convertido a las viejas jerárquías en estructuras innecesarias y redundantes que perjudican la efectividad. Pero utilizar todos estos hechos innegables como argumento para vender la última «tecno-chorrada» me parece muy poco serio y altamente peligroso.

A estas alturas, la gente inteligente ya se ha tenido que dar cuenta de que la verdadera transformación digital va, esencialmente, de personas. Por eso, hoy más que nunca, es imprescindible evitar confundir el «qué» con el «con qué» y el «para qué» con el «cómo». Seria muy triste que volviéramos a tropezar una vez más en la misma piedra.

A día de hoy ya existen datos abrumadores que evidencian que [im]poner la tecnología por encima de las personas es un grave error. ¿Cuántas comunidades corporativas han degenerado hasta convertirse en cementerios digitales? ¿Cuántas intranets acumulan telarañas digitales por falta de uso? ¿Cómo contribuyen a la efectividad, por no decir a la salud, las constantes interrupciones y consiguiente falta de foco que supone el estar «siempre conectados»?

Las personas solo cambian sin quieren cambiar y lo que hace a un profesional del conocimiento más efectivo es tener claro, en cada momento, «qué tiene que hacer y qué no» y «para qué tiene que hacerlo». Los detalles sobre «con qué hacerlo» o «cómo hacerlo» pueden ser relevantes o pueden ser anecdóticos, especialmente si el «qué» y el «para qué» están equivocados.

La «transformación digital» entendida como un saturar el entorno por enésima vez con lo último en tecnología es una nueva moda que ignora la complejidad del problema real. Un problema real que se llama «modelo de gestión» y que difícilmente se va a resolver si solo cambia el modo de implantarlo. Digitalizar un modelo de gestión caduco es tremendamente absurdo porque significa profundizar en el error en lugar de solucionarlo. Como decía Peter Drucker, «no hay nada tan inútil como hacer con gran eficiencia algo que no debería haberse hecho en absoluto».

El primer paso para transformar «de verdad» una organización pasa por transformar su cultura, como bien sabe mi amigo y colega David Criado. El problema real de la efectividad de los trabajadores del conocimiento es que la gente no sabe trabajar en este nuevo tipo de trabajo porque nadie nos ha enseñado cómo hacerlo.

Aunque Drucker lo dijo muy claro en 1.999, seguimos sin querer darnos cuenta de esta gran verdad, que compruebo día a día en mi trabajo: “con relación a la productividad real del trabajador del conocimiento, en el año 2.000 estaremos aproximadamente donde estábamos en el año 1.900 con relación a la productividad del trabajador manual«. Muy poco ha cambiado desde entonces. Seguimos «en pañales». El pasado viernes me lo decía precisamente una persona al finalizar un taller de mejora de la efectividad: «Me he dado cuenta de que la forma antigua de trabajar no sirve y es altamente inefectiva para mi trabajo actual».

Entender que la clave para la mejora de la efectividad en el trabajo del conocimiento pasa por cambiar la forma de trabajar es fundamental. Seguir haciendo lo mismo con nueva tecnología no cambia nada. Lo que cambia las cosas es dejar de hacer lo de siempre y hacer las cosas de otra manera. Citando nuevamente a Drucker: «si quieres algo nuevo, tienes que dejar de hacer algo viejo».

Solo cuando las personas hayan aprendido cómo mejorar su efectividad en el trabajo del conocimiento tendrá sentido hablar de la transformación digital de las organizaciones. Hasta que esto sea así, la transformación digital es otra mentira para vender humo, porque solo servirá para que parezca que cambia todo sin cambiar realmente nada. Emprender un proceso de digitalización prematuro, sin cambiar antes la forma de trabajar de las personas ni la cultura de la organización, es un grave error que distrae la atención de lo que realmente importa: adecuar la forma de trabajar al trabajo del conocimiento.

Creo que la mayoría de la gente coincide en que la transformación digital puede aportar sin duda un gran valor pero, como casi todo, tiene que esperar a su momento. Para ser verdaderamente útil, la transformación digital tiene que esperar a que las personas estén preparadas para aprovecharla.

La solución correcta suele ser distinta de la solución cómoda. Por eso, a menudo se olvida que la tecnología, por fantástica que pueda parecer, es tan solo un facilitador, una ayuda, una mejora. La tecnología rara vez es la solución. La solución, casi siempre, está en las personas.

Comentarios

Jerónimo Sánchez avatar
Jerónimo Sánchez


Cómo me recuerda esto a la moda del ISO 9000 de hace años, maestro. Y seguimos sin aprender... Déjense de buscar la solución fuera y empiecen a centrarse en las personas. Cualquier intento de mejorar una organización que obligue en lugar de que permita cambiar a las personas, está condenado al fracaso.

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Sí, la del ISO y unas cuantas más... La aparente solución vistosa y facilona, aunque en realidad no sirva para nada. A lo mejor soy un optimista incorregible pero quiero creer que alguien, en algún momento, tendrá el coraje de hacer algo que sirva para algo.
Un abrazo, maestro.

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David Sánchez


Como hablamos el otro día, coincido plenamente contigo. De hecho, el otro día pude asistir a unas conferencias sobre transformación digital y pude comprobar que el enfoque sigue siendo el de poner la tecnología como medio para resolver los problemas existentes de productividad en las organizaciones.

Creo que todos somos firmes convencidos de las ventajas y oportunidades que aporta y aportará la tecnología. Pero es evidente que las soluciones a los problemas actuales de las organizaciones no saldrán de un nuevo paquete de software, ni de un hardware más potente. De hecho, muchas de las herramientas que iban destinadas a mejorar la productividad (como el correo electronico) son de las mayores causas de estrés y malestar en las organizaciones. Sin embargo, no es problema del coreo electrónico sino de que las personas siguen trabajando en la actualidad como se trabajaba hace años en un entorno completamente diferente.

Lo curioso es que profesionales que hablan de la tecnología como ladrones de tiempo o impedimentos a la productividad, se sumen a la moda de la transformación digital con foco en la tecnología. ¿En qué quedamos?.

Resumiendo, si realmente quieres y necesitas provocar una transformación en tu organización comienza por pensar en las personas y actuar con ellas en ese proceso de cambio. Deja las modas para la pasarela.

Un abrazo

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En el caso de la productividad organizativa, el abuso de la tecnología está llegando en ocasiones a límites que rozan el absurdo, hasta el punto de reducir la efectividad en lugar de aumentarla. El injustificado protagonismo que en ocasiones tienen los departamentos de tecnología, junto a la tradicional falta de ideas y liderazgo de muchos departamentos de Recursos Humanos, aseguran los ingredientes para el «desastre perfecto». Creer que la tecnología sustituye a las personas en el trabajo del conocimiento es ridículo, al menos hoy por hoy. No sé si la inteligencia artificial cambiará eso en un futuro. Lo que Drucker repite hasta el aburrimiento a lo largo de su obra es la necesidad de investigar con rigor los factores que inciden en la productividad del trabajador del conocimiento y la tecnología es tan solo uno de ellos y ni de lejos el más importante. Tú sabes, igual que yo, que la gente «alucina» cuando reflexiona sobre los cambios experimentados por la naturaleza del trabajo en las últimas décadas y cómo ello influye en su efectividad. Es ahí precisamente, en entender qué hay que empezar a hacer las cosas de una forma radicalmente distinta y en cual es esa nueva forma de trabajar donde reside la oportunidad de cambio y de mejora.
Un abrazo

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Rafa García


Muy interesante y esencialmente de acuerdo con vosotros. Pero... -sugerencia, José Miguel-, ¿por qué no unos cuantos posts para concretar con ejemplos y situaciones?

El año pasado di una charla en un colegio de abogados. Me presentaron como un teleco que iba a hablar de tecnología.
-¡Noo! -corté a la maestra de ceremonias- ¡Me va a espantar al auditorio!
-Yo vengo a hablar de negocio, de reflexionar acerca de cómo mejorar la forma en la que organizáis vuestros despachos. ¡Claro que habrá tecnología!, pero siempre como herramienta, nunca como objetivo. Siempre supeditada a vuestra realidad y nunca como algo que más bien intimida que ayuda.

Otro. Durante años intervine en proyectos de incorporación de la administración electrónica en diferentes ayuntamientos y diputaciones provinciales. Había ya un marco legal que avalaba e impulsaba el uso de esa tecnología que entraría de lleno en este concepto de transformación digital: digitalización de papel, procesos informatizados, firma electrónica... Las aplicaciones que se utilizaban no estaban todavía maduras pero ya ayudaban mucho. La dificultad mayor, con diferencia, siempre estaba en ganarse e involucrar a los actores. Los secretarios, interventores, administrativos...

¿Qué tal si concretas con algún ejemplo eso de que los departamentos TIC prevalecen y que los de RRHH no están siendo lo suficientemente proactivos? Quizás así podamos entre unos y otros poner nuestro granito de arena a afrontar con más garantías toda esta vorágine.

Saludos!

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Hola Rafa,

Como dice el refranero, «se dice el pecado pero no el pecador]. Los casos que conozco, que te aseguro son muchos, están protegidos por el derecho a la confidencialidad y sería muy poco ético por mi parte dar nombres aquí. De todos modos, estoy seguro de que tú conoces también muchos casos. En realidad es muy sencillo. Al igual que el correo no solicitado es considerado SPAM, la tecnología no solicitada es SPAM tecnológico. Antes de plantearse cambiar la tecnología hay que cambiar la forma de trabajar, primero individual y luego colectiva, luego hay que repensar los procesos y, finalmente, cuando todo lo anterior está hecho, es cuando tiene sentido ver qué tecnología podría ayudar a hacer aún mejor todo lo anterior. La forma habitual de trabajar es la contraria: se apuesta por una tecnología que condiciona los procesos y se imponen esos procesos a las personas. Y luego hay quien se sorprende de que las cosas vayan como van ;-)

Saludos!

Miguel Albizu avatar
Miguel Albizu


Buen post José Miguel.
Cómo siempre, provocador. Completamente de acuerdo con lo planteado, pero en mi día a día observo también una paradoja. A algunos trabajadores (y no sólo del conocimiento) les cuesta mucho ir adaptandosa a la dichosa "transformación digital" en su empresa, pero son avanzados usuarios en su vida privada. Pirateron el plus, se bajaron miles de horas de musica y cine con emule, pasan mucho tiempo en las redes, utilizan smartphones de última generación. ..
Entiendo que las personas se están transformando digitalmente y las organizaciones no estamos sabiendo canalizarlo. Quizás nuestros CRM nos sean ni divertidos ni amigables, o quizás tengamos demasiados corsés y nos enfocamos al control. .. Esta claro que lo importante son las personas y que la transformación no va a llegar de arriba abajo. Alguna sugerencia desde Optima12? ;-)

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Muchas gracias, Miguel. El problema no es de competencias, como evidencia lo que comentas, sino de interés. Esos usuarios encuentran sentido a aprender determinadas tecnologías porque les resultan útiles. ¿Por qué? Entre otras cosas porque responden a una necesidad real. El problema es cuando la herramienta ha sido otro quién ha decidido que la necesitas y que además tiene que ser esa y no otra. Ahí, la reacción lógica es ignorar la herramienta. Estoy harto de ver departamentos de IT que desarrollan herramientas de espaldas a los usuarios. ¿Cómo es posible que luego se extrañen de que nadie las usa o las critiquen tanto?
Como bien intuyes, OPTIMA12 soluciona este tipo de situaciones de raíz. Una metodología que pone de verdad a las personas en el centro tiene que asegurar que la tecnología, al igual que los procesos y las estructuras organizativas, estén al servicio de las personas y no al revés. Por desgracia entrar a más detalles excede con mucho la capacidad de un comentario e incluso de un post. A ver si nos desvirtualizamos un día y te cuento!
Abrazo

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