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Knowmads: Talento, Vocación y Oportunidad

| tiempo de lectura 5:13'

Los knowmads están de moda, sí, pero ¿por qué?. Lo primero, probablemente, sería entender de dónde viene el propio término «knowmad». En realidad, se trata de una extensión de lo que Peter Drucker llamó en su día «trabajador del conocimiento». Si a este concepto de Drucker le añadimos la necesidad, y también la posibilidad, que estos tiempos líquidos y conectados suponen en materia de «innovación», obtendremos este nuevo tipo de profesionales definido por John Moravec.

Este «profesional del conocimiento y la innovación» aparece como una figura cargada de «glamour»: creativo, innovador, colaborativo, automotivado, digital y socialmente competente, abierto, adaptable, resiliente… En estos tiempos tan escasos de sentido crítico, la tendencia «fan» es muy fuerte, trátese de «emprendedores», «knowmads» o lo que sea, por lo que me parece conveniente aproximarnos a estas «modas» con un saludable escepticismo inicial. Porque, si lo pensamos un momento, gente como los knowmads ha habido siempre. ¿Qué ha cambiado entonces en las últimas décadas para que el fenómeno «knowmad» haya alcanzado sus dimensiones actuales y continúe avanzando?

Creo que la aparición de un «knowmad» precisa de, al menos, la coincidencia de tres elementos clave. Veamos cuáles son estos elementos y cómo ha sido la evolución de los mismos en las últimas décadas.

Talento

El talento sigue siendo lo que siempre ha sido. En mi opinión, talento es la capacidad para generar valor de forma efectiva, es decir, de forma eficaz y eficiente, y depende de, al menos, cuatro claves sobre las que ya he escrito aquí.

El principal cambio que he podido observar en los últimos años es el de la volatilidad del talento, es decir, cada vez es más fácil «pasar a tener» o «dejar de tener talento», entendiendo que hablar de talento «a secas» tiene cada vez menos sentido y que habría que hablar de «talento para qué», algo que se hace aún más evidente en las nuevas estructuras de trabajo en red. El conocimiento estático cada vez vale menos, en la medida que la información queda obsoleta de forma cada vez más rápida y el valor de la experiencia ha cambiado. Por eso, a día de hoy, el talento depende cada vez más de la pertenencia a redes de conocimiento, que es donde se produce el conocimiento actualizado que genera valor, es decir, el conocimiento en tránsito.

El otro gran cambio es referente a la plasticidad del talento, es decir, a la necesidad de evolucionar constantemente el propio talento para que siga siéndolo. Una de las cualidades por las que los «knowmad» encajan tan bien en las redes productivas es precisamente por su capacidad para actualizar su talento, algo vinculado estrechamente al hecho de haber convertido el aprendizaje constante en su forma de vida. Esta capacidad de autoregeneración les hace profesionales enormemente plásticos y adaptables, idóneos para trabajar en entornos de gran diversidad y en los que habitualmente hay que jugar distintos roles.

Vocación

Al igual que ocurre con el talento, la vocación siempre ha estado ahí. Lo que ha cambiado en este aspecto ha sido fundamentalmente el peso específico de la vocación frente a otros elementos fundamentales a la hora de trazar y decidir la evolución profesional de cada persona.

Para entender la transformación que ha experimentado la vocación como elemento clave para la aparición de los «knowmad» tenemos que acudir a Maslow y, en concreto a su conocida pirámide. La empresa ya no es un eje vertebrador de nuestras vidas y eso significa, entre otras cosas, que su influencia en los distintos niveles de esta pirámide ha cambiado sustancialmente. El papel que tradicionalmente jugaba la empresa a la hora de cubrir las necesidades básicas, de seguridad y protección, sociales y de estima se ha visto considerablemente reducido en los últimos años y las consecuencias de este cambio son, y van a seguir siendo, mucho más significativas de lo que a priori pueda parecer.

Hasta hace relativamente poco tiempo, apostar por la vocación podía ser considerado una apuesta de alto riesgo. Era mucho lo que perder en comparación con lo que se podía ganar. Además del sueldo, que servía para cubrir las necesidades básicas, la pertenencia a la empresa aportaba no solo seguridad y protección, sino que también cubría gran parte de las necesidades sociales y de estima. Lo de «búscate un buen trabajo en una buena empresa» era sinónimo de «asegúrate de que tus necesidades básicas, de seguridad, protección y estima estén cubiertas». En estas circunstancias, renunciar a esa seguridad por vivir tu vocación era una opción reservada solo para excéntricos y/o románticos incurables.

Todos estos «intangibles» actuaban en gran medida como un elemento adicional de la propuesta de compensación de la empresa y contribuía a equilibrar la desproporcionalidad existente entre salarios y contribuciones, ya que, como ya hemos visto, la contribución del verdadero talento frente a la de quien no lo es suele ser espectacular. Ahora, sin embargo, estos «intangibles» han desaparecido o son la sombra de lo que un día fueron. Eso significa que la balanza compensatoria se encuentra actualmente en una situación enormemente desequilibrada en contra del talento. Dicho de otro modo, con los salarios actuales y la amenza que la situación económica supone para la estabilidad laboral, cada vez sale menos rentable ser talento en una empresa tradicional. Este es un hecho a observar de cerca porque, en la medida que el talento vaya tomando conciencia de su situación real, las barreras de salida de la empresa, o barreras de entrada en el «knowmadismo», que viene a ser lo mismo, serán cada vez menores.

Oportunidad

Este es posiblemente el elemento que más ha cambiado en los últimos años. Ser «knowmad» hace unos años conllevaba, además del riesgo que supone el aislamiento, el quedar convertido en algo insignificante. ¿Cómo llegar a tus clientes? ¿Cómo hacer llegar tu propuesta de valor al mercado? ¿Cómo poder participar en proyectos de cierta envergadura?

La popularización de la tecnología ha posibilitado que ser «knowmad» sea sinónimo de «conectado». Los «knowmads» habitan en redes de conocimiento, generalmente más de una, y a menudo también trabajan integrados en una o más redes productivas. Su aprendizaje, su trabajo, sus clientes… Toda su experiencia vital y profesional es una experiencia conectada y en red, algo impensable hace tan solo unas décadas.

La plasticidad que ofrecen las redes productivas encaja a la perfección con la plasticidad de este nuevo tipo de profesionales. Internet, los terminales móviles y la tecnología en general confirman cada vez más el adiós para siempre al puesto de trabajo y también a la jornada laboral y dan la bienvenida a un nuevo tipo de profesional que, como los consultores artesanos, disfruta con su trabajo y lo integra como una actividad más de su quehacer cotidiano.

Conclusiones

Llegados a este punto, parece que el fenómeno «knowmad» es imparable. Los cambios en la situación económica, la globalización, la incapacidad de las viejas estructuras empresariales para adaptarse a las nuevas necesidades en materia de compensación, el espectacular desarrollo de la tecnología y la inseguridad creciente que conllevan estos tiempos líquidos parecen empujar inevitablemente hacia la emancipación del talento.

La gran pregunta que cabría plantearse aquí es, ¿cómo va a influir el «efecto knowmad» en el futuro de la empresa?

Comentarios

Rafa García avatar
Rafa García


Suscribo tus palabras al 95%, José Miguel. Y me siento plenamente identificado con tu descripción. A la que en todo caso añadiría una característica más: valor. Entregamos sistemáticamente más valor del que costamos. Por convicción y porque nos jugamos nuestra marca profesional en cada una de nuestras actuaciones.

¿Y el 5% restante? Cuando algo está de moda existe una receptividad amplia del mercado. Y eso debería traducirse en una facilidad de vender nuestros servicios y de cobrar en sintonía con esa demanda. Es indudable que cada vez estamos más de moda, pero... ahora mismo,... ¡cómo cuesta traducir todo ese paquete de fortalezas en ingresos en tu cuenta!

¡Saludos a todos los knowmads!

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Una de las cosas que cambia, Rafa, es la dinámica del juego. Aquí todo es más lento. Necesitas labrarte una reputación y eso lleva tiempo. En mi experiencia, mucho. Así que parte de la aventura es no desfallecer ;-)
Un abrazo!

David Sánchez avatar
David Sánchez


Hola JM,

estupendo post. Enhorabuena y gracias por compartir esas reflexiones.

Tratando de responder a tu pregunta, se me ocurren varias perspectivas. En el corto plazo, esos "knowmads" podrán abandonar las compañías que no satisfagan sus necesidades. No creo que se haga de forma masiva pues todo proceso es paulatino y, además, el factor cultural tiene mucho peso aún en las nuevas generaciones (aunque cada vez menos). Habrá "Knowmads" que marquen el camino y otros se quedarán en él, pero aún esa experiencia les ayudará para trasmitir, consciente o inconscientemente, el nuevo paradigma a las siguientes generaciones.

En el medio plazo las organizaciones en red, las redes productivas y, en general, formas más efectivas de producir conocimiento, servicios y valor real atraerán de manera natural "knowmads nativos". Perfiles que han desarrollado incluso su educación en esas competencias que definen al "Knowmad profesional". Esas organizaciones despuntarán respecto a compañias tradicionales y, ya sabes, selección natural...

Quisiera además compartir una reflexión con Rafa en referencia al valor. La experiencia me dice que el valor percibido es plenamente remunerado en consonancia a esa percepción, mientras que el valor que se cree aportar de manera subjetiva rara vez es compensado a gusto de quién lo aporta. Al final, el valor se tiene que demostrar tangiblemente a los clientes, de lo contrario se baja a competir al "barro" del precio... y ahí ya sabemos lo que pasa. El ser Knowmad no lleva implicitamente aportar valor percibido por los demás.

Un abrazo

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Muchas gracias, David. Aclarar las ideas con un buen amigo mientras pedaleas hace maravillas ;-)
Estoy muy de acuerdo con lo que comentas. Esto será un proceso paulatino, sobre todo al principio. Lo que ocurre con estos procesos de cambio es que luego, cuando se hacen «mainstream», el cambio se vuelve muy rápido y ya es tarde para reaccionar.
También estoy de acuerdo sobre lo que dices del valor. Al final, es el cliente, y no tú, quién define un trabajo bien hecho y el que otorga valor al producto. Mi experiencia es que los clientes pagan por el valor que perciben lo que significa que si no quieren pagar un precio determinado es porque no le ven el valor o, al menos, no el suficiente como para justificar el precio.
Un abrazo

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