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OPTIMA12: La Productividad está en el Compromiso

| tiempo de lectura 3:15'

A día de hoy, está generalmente aceptado que existe una relación entre el rendimiento de las personas y su grado de compromiso con el trabajo. Como consecuencia de lo anterior, se ha podido observar en los últimos tiempos la aparición de una oferta creciente de servicios de consultoría que centran su proposición de valor en un concepto difuso al que han decidido llamar «gestión del compromiso«.

Reconozco abiertamente el recelo que me producen las expresiones que empiezan por «gestión de», en la medida que, por lo general, son una forma amable de encubrir una realidad bien distinta: «control de». La obsesión por manipular a las personas que conlleva la prepotencia de estos planteamientos es, en mi opinión, la principal razón de su fracaso y  uno de los motivos por los que la consultoría organizacional está tan desprestigiada.

El problema de fondo es que la inmensa mayoría de los servicios que he encontrado relacionados con «gestión del compromiso» parte de paradigmas caducos. Esto es un problema porque, si las premisas de partida son falsas, la mayoría de lo que se construya a partir de ellas también lo será y, por tanto, estos enfoques y metodologías difícilmente podrán alcanzar los objetivos que persiguen. De entre estos paradigmas obsoletos, el primero es el «paradigma del control» y el segundo es el «paradigma de la gestión del cambio«, sobre los que ya he escrito mucho aquí.

La idea central que me gustaría repetir una vez más es «las personas cambian si quieren«. Aplicada al compromiso, la afirmación pasaría a ser «las personas se comprometen si quieren«. Esta es una realidad que resulta dolorosa hasta lo inaceptable para muchos, pero no por ello deja de ser cierta. Si aceptamos con humildad que esto es así, planteamientos como «gestión del compromiso» quedan automáticamente invalidados.

El compromiso no se puede gestionar. El compromiso es el resultado de una decisión personal que incorpora una gran cantidad de factores individuales: valores, motivaciones, experiencias, necesidades, deseos… ¿Significa esto que nada puede hacerse para que aumente el grado de compromiso de las personas hacia su trabajo? Por supuesto que no. Se pueden hacer muchas cosas. De hecho, está casi todo por hacer.

La solución a la falta de compromiso en las organizaciones no pasa por más control ni por más gestión, sino por más autocontrol y más autogestión. Del mismo modo que es cierto que el compromiso es ingestionable, también lo es que el compromiso se puede favorecer o se puede obstaculizar.

Si aceptamos que las personas se comprometen si quieren, las preguntas que surgen de forma natural son «¿qué ayudaría a que quieran comprometerse?» y «¿qué dificulta que quieran comprometerse?».

Ya sabemos que las personas se comprometen cuando trabajan con autonomía, encuentran sentido a lo que hacen y pueden expresar y desarrollar su maestría al hacerlo. Cuando las condiciones fundamentales anteriores no existen, las personas no se comprometen, o se comprometen lo mínimo posible. Luego el problema no son las personas, sino las organizaciones que dificultan el compromiso.

En la metodología OPTIMA12® partimos de la premisa de que las personas solo se comprometen si quieren. Por ello, lo que hacemos es adoptar un papel humilde, de facilitadores más que de «gestores del cambio». Con humildad, intentamos construir espacios en los que las personas puedan sentirse autónomas, aunque solo sea sobre parte de su trabajo. Desde esa autonomía, las ayudamos a encontrar y dotar de sentido a su trabajo, de forma individual y colectiva. Porque si una persona no es consciente de para qué hace las cosas, difícilmente podrá motivarse y comprometerse a hacerlas y, aún menos, a mejorarlas o a innovar. Por último, apelamos a su maestría, como recurso y como reto, para que, al activarla, liberen el potencial de cambio y compromiso que tienen la mayoría de las personas.

El problema con el que nos encontramos no es la falta de compromiso por parte de las personas. El verdadero problema son las organizaciones, las estructuras de poder existentes, el statu quo, la desconfianza, el escepticismo, el miedo al cambio y a lo desconocido. Cuando estos miedos, comprensibles por otra parte, se vencen, el compromiso sale a relucir.

Como decía Peter Drucker, «La productividad del trabajador del conocimiento es el mayor de los desafíos del siglo XXI. En los países desarrollados, es el primer requisito para su supervivencia.» Cambiar las actuales organizaciones para que sus profesionales quieran comprometerse al máximo está muy lejos de ser una opción: es la única alternativa posible. Porque la supervivencia de nuestras organizaciones depende de la productividad de sus trabajadores del conocimiento y la productividad está en el compromiso.

Comentarios

Silvestre Segarra avatar
Silvestre Segarra


Estamos inmersos en un tiempo de evolución de las personas y las organizaciones. Hoy podemos valorar con criterio e información lo que falla de los modelos actuales. Las cifras no engañan y el cambio ha empezado. Requiere de valentía, pero afortunadamente quedan valientes.

Gracias por la reflexión.
Silvestre.

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Muchas gracias Silvestre. Como dices, quedan valientes y eso también animará a que cada vez haya más valientes.
Un abrazo.

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Miguel Albizu


Drucker decía "Preocupese si en su trabajo debe interpretar un papel" y con la formación en "gestión de ..." se forman buenos actores :-) Completamente de acuerdo con el post (para variar).

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Por desgracia Miguel, interpretar un papel en el trabajo y que la preocupación por el cliente sea sustituida por la preocupación por tu jefe son dos males que están presentes en muchas de las organizaciones actuales. Todo un síntoma...
Un abrazo.

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David Sánchez


Vaya post cargado de realidad que se ha marcado usted Sr. Bolivar ;-)

Con respecto al concepto de maestría, no tengo muy claro si todo el mundo podría desempeñar o desarrollar ese concepto. Muchas personas desempeñan trabajos que, o bien no les gustan o bien consideran que merecen algo más o mejor (por conocimientos, trayectoria,...). En estos casos, ¿el compromiso sigue siendo la tabla de salvación?. ¿Cómo se "gestiona" (ahí lo llevas, jeje) esa frustación?. ¿Nos puedes dar algo más de luz sobre el concepto "maestría"?

Un abrazo

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Hola David. Partimos de la base de que todo trabajador del conocimiento es "bueno" en algo y que su trabajo debería permitirle tanto demostrarlo como seguir mejorando en ello. Aquí hay por tanto varios elementos a tener en cuenta. Si alguien no es "bueno" en nada, ¿para qué está en la organización? Si es bueno pero su trabajo no le permite demostrarlo ni seguir mejorando, tenemos un ejemplo de falta de compromiso como consecuencia de una estructura organizativa errónea. El problema que planteas ocurre cuando es la estructura la que determina las tecnologías, éstas determinan los procesos y las personas tienen que "lidiar" con todo lo anterior. Si inviertes el proceso, el primer paso es que las personas puedan contribuir a la organización en aquello en lo que son mejores. Cuando eso es posible, existe la opción de expresar la maestría. Creo que los motivos reales de la mayoría de las frustraciones son otros. Hay que tener en cuenta que en las organizaciones actuales abunda el "trabajo basura", es decir, actividades que nada tienen que ver con la generación de valor para los clientes y sí con la resolución de problemas derivados de una forma chapucera de hacer las cosas, la pérdida de tiempo en ejercicios de adivinación (planificación y forecast) y en otros similares orientados a tranquilizar conciencias y alimentar egos (reporting). En general, son estas actividades las que más frustración producen porque, como decía Drucker, la mayor parte de lo que llamamos management consiste en poner difícil a las personas que hagan su trabajo, es decir, expresar y aumentar su maestría.

Mónica Márquez avatar
Mónica Márquez


Hola, me ha gustado mucho tu artículo. Estoy completamente de acuerdo en que la productividad va de la mano del compromiso y este a su vez del valor y el sentido que veamos en lo que hacemos. Además creo que es el mejor camino no solo para mejorar nuestros resultados en el trabajo, sino también nuestra propia calidad de vida.
Saludos

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Muchas gracias Mónica. Como bien dices, trabajo y calidad de vida se ven mutuamente afectados, positiva o negativamente, por el compromiso.
Un saludo.

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