Óptima Infinito

El Blog de José Miguel Bolívar

Optima infinito

Es el Usuario [,] Estúpido

| tiempo de lectura 3:06'

Desde su aparición, hace ya tres décadas, las aplicaciones informáticas, y en concreto las ofimáticas, no han parado de evolucionar, incorporando nuevas funcionalidades y haciendo un esfuerzo significativo por mejorar su rapidez y usabilidad.

A pesar de este innegable esfuerzo por parte de los desarrolladores, el aprovechamiento de estas herramientas de productividad sigue siendo, en términos reales, muy escaso.

Se puede alegar que las nuevas versiones suceden a sus predecesoras a tal ritmo que resulta imposible mantenerse al día. También se puede intentar explicar la situación diciendo que las compañías no invierten suficiente en formar a sus empleados sobre el correcto uso y aprovechamiento de estos programas.

Sean o no ciertas estas afirmaciones, lo que es indudable es que el aprovechamiento de estas herramientas de productividad depende tanto de la calidad y usabilidad de la propia herramienta como de la capacidad y voluntad del usuario. Y si es cierto que los fabricantes de aplicaciones ofimáticas han hecho un esfuerzo evidente por mejorarlas, no creo que la actitud del usuario medio ante las mismas haya evolucionado en la misma medida durante estos años.

Tengo la impresión de que siguen siendo muy pocos los usuarios que se plantean preguntas como «¿qué podría hacer esta herramienta por mí?» o «¿será posible hacer X con esta herramienta?». Lo más habitual es que las aplicaciones ofimáticas se perciban como algo impuesto con lo que hay que convivir, en lugar de ser percibidas como el potencial aliado que son.

Objetivamente hablando, el uso de las herramientas ofimáticas no es más complicado ni requiere mayor esfuerzo que muchas de las asignaturas que esos mismos usuarios han tenido que superar a lo largo de su carrera académica. Para evitar malos entendidos, no digo que dominar las aplicaciones ofimáticas sea sencillo. Es algo que sin duda requiere una inversión muy importante de tiempo y esfuerzo.

Pero sobre todo requiere compromiso, constancia y, especialmente, voluntad de aprender a usarlas. Por ejemplo, conozco algún caso de usuario incapaz de dar formato a una tabla en Word y no creo que sea por falta de capacidad, ya que en su día superó con buena calificación las asignaturas de Cálculo y Álgebra de una ingeniería superior.

Algo ocurre en muchas de las organizaciones actuales en las que el talento, con más frecuencia de la que cabría esperar, está lento.

Por otra parte, algo falla en un sistema educativo en el que muchas personas se afanan por dejar el cerebro en casa tan pronto consiguen una titulación. Este es uno de los grandes efectos perversos de un sistema basado en la conformidad: la pérdida de iniciativa y creatividad.

El mecanismo natural del aprendizaje va de dentro a fuera de la persona impulsado por la curiosidad. Al sustituirlo por un mecanismo no sólo artificial sino erróneo, que va de fuera a dentro imponiendo temas sin interés para el individuo, se acaba eliminando en buena medida dicha curiosidad.

Precisamente de la curiosidad nacen la pregunta y el sentido crítico, base del sentido común. Si el sistema obvia las preguntas y sólo emplea respuestas, consigue la conformidad buscada pero también favorece la aparición de personalidades con niveles limitados de criterio e iniciativa.

No nos engañemos. Las personas con altos niveles de criterio e iniciativa son proporcionalmente escasas porque se deben a un fallo del sistema. No son el resultado deseado sino una desviación del mismo. Esto que antes, en el paradigma del control, podría considerarse una buena noticia, ahora es un drama para las empresas y para la economía en general.

La recuperación económica pasa por el incremento de la productividad, pero no entendida como reducción de costes, sino como innovar y producir más y mejor con los recursos disponibles. Una de las muchas cosas que deben cambiar para que esto sea posible, además de la adopción generalizada de hábitos productivos, es que las personas aprendan a utilizar y sacar partido a las herramientas de productividad que tienen a su disposición para hacer su trabajo.

Porque no creo que actualmente el problema resida en las herramientas. Parafraseando la célebre frase de James Carville en la campaña de Bill Clinton contra George H. W. Bush, «It’s the economy, stupid«, creo que a día de hoy, en general, el principal motivo por el que la tecnología no se aprovecha como debiera «es el usuario, estúpido» y, en particular, «es el usuario estúpido«.

Comentarios

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ramon


"Más curiosidad, es la guerra". Los buenos hábitos se construyen desde la ambición por mejorar. Deberíamos darnos unos minutos diarios "de mejora", un ratito para pensar "qué puedo hacer hoy para organizarme mejor". Y en cuanto a las herramientas, no sacamos ni 1/10 parte de sus posibilidades. la curiosidad también consiste en leerse las instrucciones (o interesarse por ellas, como mínimo...).

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Así es, Ramón. Como recientemente tuiteaba @Yoriento, "no sé más que tú, sólo me he leído las instrucciones". ¿Qué porcentaje de usuarios se leen las instrucciones de las herramientas que utilizan?

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Franck


KISS: Keep It Simple, Stupid

Hay que pasar por fases de extrema complejidad para entender lo que relamente importa (para el usuario, tu lector, tus clientes) y conseguir resumirlo en algo sencillo (en tu blog, tus productos y tus servicios).

La sencillez cuesta mucho dinero y/o tiempo, y como además es algo dificil de lograr, pues muchas empresas prefieren dejar la patata caliente a sus usuarios/lectores/clientes.

Ok con mayor iniciativa de las personas, pero creo que el 90% de los productos/servicios que conocemos sufren un sobredosis de funcionalidades (a menudo inutiles) solo para inflar el precio. Esto influyen en lo que se comunica al mercado, y impacta a las personas directamente (jo... otro p... software que dominar).

Yo apostaría para volver al core de muchos productos, y quitar el 80% de las funcionalidades, mejorando el 20% que realmente importa. Pero hacer esto significa bajar precios, y a largo plazo destrucción de valor en un mercado. Las multinacionales no haran esto, son las PYMES (y sobre todo MES) que tienen la clave para resolver todo aquello.

Bien es cierto que las PYMES deben contar con profesionales bien preparados, productivos y con ganas de reventar un nicho con soluciones disruptivas.La oportunidad es enorme, pero solo para valientes...

Si no encuentras zapato para tus pies en España, el mundo te está esperando. La tecnologia ya te permite trabajar desde cualquier sitio. Eso si, hace falta hablar ingles y tener disciplina para poder trabajar desde casa.

Ummm, voy a terminar este comentario aquí, sin valorar estos 2 últimos puntos.

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Estoy de acuerdo con lo que dices, Franck. Las aplicaciones informáticas están mal acabadas y llevan mucho relleno inútil. Si he dado a entender que el usuario debe aprender a utilizar todas las funcionalidades del software que utiliza, me he explicado mal, porque no era para nada mi intención. La sobredosis de funcionalidades es la excusa que usan muchos usuarios para no usar siquiera ese 20% importante al que te refieres.

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Francisco Sáez


Estoy de acuerdo con Franck y también quiero lanzar una lanza en favor del usuario. La industria del software tradicionalemente se ha centrado más en la venta de productos que en los usuarios (y no es lo mismo). Buscan más crear nuevas necesidades que cubrir las existentes. Añaden constantente nuevas funcionalidades para poder vender más actualizaciones, para tener más características que la competencia. El usuario no sólo compra un producto, sino que cada año paga por una nueva versión "más completa", y termina con una aplicación de la que utiliza un 10% de sus posibilidades. La pregunta es, ¿realmente necesita más de ese 10%? ¿realmente hace falta una cuchilla de 6 hojas para afeitarse?

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Hola Francisco. En la línea de mi respuesta a Franck, mi crítica no va hacia no utilizar el 100% o el 20% o el % que sea de las herramientas. Estoy de acuerdo en que las herramientas van sobrecargadas de funcionalidades de dudosa utilidad. Mi crítica es hacia la actitud, muy habitual, de nula curiosidad y espíritu de mejora. No critico que no utilices lo que no necesitas sino a que no utilices, probablemente porque no lo conozcas, y no te plantees si eso que ahora haces "a mano" y con errores se podría hacer de forma más eficiente con una herramienta ofimática. ¿Cómo vas a saber lo que necesitas si ni siquiera sientes curiosidad por saber en qué puede serte útil la herramienta que usas?

Juana avatar
Juana


La sencillez cuesta mucho dinero y/o tiempo, y como además es algo dificil de lograr ....
Totalmente de acuerdo con Franck, se necesita una genialidad especial para poder "simplificar" hasta hacer de algo complejo una cosa sencilla, y algunas cosas "por ahora no se puede" ....
Una cosa que se está haciendo en las empresas de tecnología sanitaria y, que me parece la mejor idea, es que las pequeñas empresa generan ideas y proyectos interesantes, luego para comercializarlos utilizan a las grandes empresas, eso es colaborar, es solo una intuición, pero creo que les puede salir muy bien.

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Me parece un enfoque que puede resultar. De todos modos, sigo pensando que el problema no es sólo el producto/servicio...

JLP avatar
JLP


Duro y controvertido post. Fui uno de los pioneros en la introducción de la ofimática en el país con el VS de Wang, el primer mainframe donde se incorporaba una aplicación de procesador de texto y la posibilidad de integrar proceso de datos con ofimática. Desde aquella época (principios de los 80) las he visto de todos los colores. Es cierto que un importante número de usuarios de los productos ofimáticos no aprovechan la funcionalidad que les aporta dichas herramientas. Más aún, enterrada la máquina de escribir, el procesador de texto sigue siendo una extensión de dicha máquina en la forma de utilizarla (teclado y pantalla que sustituye a la hoja de papel).

Sin embargo coincido con el comentario de Franck, los paquetes ofimáticos cuentan con un exceso de funcionalidades que van creciendo con la renovación de las versiones que, para la inmensa mayoría de los usuarios y sus necesidades en términos de productividad, van introduciendo niveles de complejidad que no ayuda para nada. Es la lógica del mercado de consumo que se impone en contra de principios básicos como ergonomía, ahorro y productividad.

De cualquier forma, la perdida de iniciativa y creatividad en el puesto de trabajo es un hecho lamentable pero obedece a otras causas que la propia iniciativa personal, porque una adopción de hábitos productivos se requiere un entorno (sistema) que prime y lo facilite empezando por el sistema educativo
Un cordial saludo.

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Comparto prácticamente la totalidad de tu comentario. Si acaso matizaría que la pérdida de iniciativa y creatividad obedece a otras causas. Creo que, sin duda, hay otras muchas causas, pero la iniciativa personal es una de ellas y en un porcentaje significativo. Esta misma falta de iniciativa se ve en otras áreas distintas de la laboral (e.g. "no uso twitter porque nadie me ha enseñado"). Estoy convencido de que, de entre las muchas causas combinadas que producen el efecto, el desastroso sistema educativo que tenemos es el principal responsable.
Un saludo,

Omar Israel Carreño Robles avatar
Omar Israel Carreño Robles


Hola José Miguel,

Este post me ha gustado particularmente en el sentido de lo que se requiere para sobresalir en cualquier ámbito, es indudable que para mucha gente el hecho de que uno quiera esforzarse después de la obtención del título, viene ligado con la necesidad de obtener una remuneración y muchas tareas se vuelven mecánicas, el sentido cambió.

Aunque la tecnología avanza a pasos agigantados, considero que es mejor lograr hábitos que nos permitan irnos acoplando a ella, en lugar de oponernos y llevar un ritmo enfocado a abolir el cambio.

Muy buen artículo,

Saludos,

Omar Carreño

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Muchas gracias, Omar. Muy de acuerdo con lo de lograr hábitos. Si aprender es uno de ellos, la falta de iniciativa que comento en la entrada no existiría, o lo haría en menor medida.
Saludos,

Jero Sánchez avatar
Jero Sánchez


José Miguel:

Mi impresión personal es que, lo que comentas, es una muestra más de un problema general que afecta a gran parte de la humanidad: la falta de iniciativa, de interés por hacer cosas nuevas, de hacerlas mejor, de aportar algo a los demás, de progresar...

No hay más que hacer un pequeño estudio de cuántas personas prefieren pasar el tiempo mirando a la "caja tonta" que probando actividades nuevas, que supongan un reto y los ayude a desarrollarse y crecer como personas. Una gran parte de la población, quizá por encima del 90% , se niegan a salir de su zona de confort. Y eso es cierto tanto a la hora de buscar formas de divertirse como de hacer mejor y más fácil su trabajo.

Me queda claro que no importa cuán avanzadas sean las herramientas que tengamos, ni cuánto se esfuercen los fabricantes, o para el caso, los "gurús" de productividad o de coaching, por abrirnos los ojos. El problema está definitivamente dentro de nosotros.

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Durante muchos años el sistema educativo se ha orientado a generar un perfil dócil que obedeciera órdenes sin cuestionárselas. Era lo que necesitaba el mercado laboral en esta época. Ahora, cuando el trabajo del conocimiento comienza a imponerse, nos encontramos con que las personas no son capaces de tomar la iniciativa o cuestionar el statu quo. Es normal, porque cuando algo no se ejercita, se atrofia. En cualquier caso, como bien dices, el problema está dentro de nosotros. La buena noticia es que la solución también.

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