GTD: El Poder del Pensamiento Aplicado a Resultados
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En la vida hay dos problemas: el primero, saber qué se quiere pero no saber cómo conseguirlo. El segundo, no saber lo que se quiere
Steven Zinder
Las consecuencias de orientar nuestros procesos mentales a la consecución de resultados es algo que se viene estudiando y observando en multitud de contextos, tanto por la psicología positiva como, más recientemente, por la neurofisiología.
David Allen, sin embargo, adoptó desde el principio una posición muy pragmática al respecto, ya que sólo le interesaba saber aspectos muy prácticos de este hábito, como por ejemplo si ayudaba a hacer las cosas con menos esfuerzo o cuál era la mejor forma de ponerlo en práctica.
La experiencia de más de una década ha demostrado a David Allen que las personas que han adoptado e integrado GTD en su vida son más conscientes, están más centradas y muestran mayor capacidad para producir los cambios y obtener los resultados que desean.
A fin de cuentas, decisiones como «crear un modo de pasar más tiempo de calidad con mis hijos» es un proyecto como cualquier otro y por tanto exige identificar cuál será la próxima acción y hacerla. Esta actitud implica operar en un nivel de compromiso radicalmente distinto, y notablemente superior, al que suele hacerlo la mayor parte de las personas, que no es otro sino experimentar la desazón constante de saber que deberían hacer algo respecto a la relación que tienen con sus hijos y, a pesar de ello, no hacer nada.
Ser productivo es independiente de hacer muchas cosas, y consiste en hacer las cosas que importan. En este sentido, definir proyectos y próximas acciones relacionadas con los aspectos fundamentales de tu vida es una de las mejores formas de expresar la productividad. Por eso es tan importante aprender a procesar los detalles de nuestra vida en un sistema claro y sólido como GTD.
Por otra parte, desarrollar el hábito de tomar decisiones vinculadas a la próxima acción (el «cómo») genera claridad, productividad, responsabilidad y potenciación de las capacidades personales, lo mismo que ocurre cuando estás habituado a identificar los resultados que deseas (los «qué»).
En realidad todo está interrelacionado; no puedes identificar la próxima acción hasta no saber qué resultado quieres alcanzar y, del mismo modo, tu resultado estará desconectado de la realidad hasta que no sepas qué tienes que hacer para lograrlo.
Para que algo cambie, las cosas que atraen tu atención necesitan además captar tu intención. En otras palabras, necesitan que decidas cuál es el resultado que deseas después de haber actuado sobre ellas. ¿Qué significa esto para mí? ¿Qué quiero que ocurra con esto? ¿Cuál es el mejor resultado?
Una vez que hayas decidido que algo debe cambiar y qué vas a hacer para cambiarlo, el siguiente paso es preguntarte ¿Cómo puedo cambiarlo? ¿Qué puedo hacer para obtener el resultado deseado? ¿Cuál es la próxima acción?
La vida está hecha de resultados y acciones. Cuando te habitúes a organizar todo lo que te caiga entre manos, observarás que pasan cosas que antes no pasaban y tu productividad aumentará, es decir, crearás cada vez más cosas y, además, harás que sucedan.
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