Desarrollo Personal: El Monopolio de las Buenas Ideas
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Pablo Rodríguez escribía hace unos días una excelente entrada sobre el Síndrome NIH (Not Invented Here), que en español traduciríamos como Síndrome NIA (No Inventado Aquí).
Este síndrome consiste en rechazar de inmediato todas las ideas que no se te han ocurrido a ti y se produce porque crees que tus ideas siempre son mejores que las de los demás. No es más que otra forma de expresión de nuestra fuerte aversión por la pérdida, que en este caso se traduce en dejar de tener la razón.
Padecer este síndrome significa estar bajo el efecto permanente de una creencia limitante que restringe tu acceso a otras posibilidades y puntos de vista.
Una de las consecuencias negativas que produce el NIA es la reducción de tu productividad.
Al descartar sistemáticamente todas las ideas que provienen del exterior, te estás obligando a buscar soluciones empezando siempre desde cero, lo que con frecuencia te llevará a «reinventar la rueda«, es decir, a recorrer un camino que otras personas ya han recorrido para llegar a una conclusión a las que otras personas ya han llegado antes.
Otra consecuencia negativa es la pérdida de objetividad. Al no tener acceso a otros puntos de vista alternativos, estás dejando pasar la ocasión de valorar otras opciones existentes y optimizar tu acción, bien sea aprovechando oportunidades o preparándote mejor para afrontar determinados riesgos.
El tratamiento de este síndrome es relativamente sencillo. El primer paso es saber que se produce y el segundo es reconocer que a ti también te afecta.
A partir de ahí necesitas sustituir el hábito de descartar las ideas ajenas sin siquiera valorarlas por el de tenerlas en cuenta con la mayor imparcialidad posible. Para ello sólo es necesario que apliques de forma sistemática el pensamiento inclusivo o integrador que caracteriza los paradigmas de suma positiva y que aproveches al máximo lo que yo llamo el poder de «Y» (tu idea puede ser excelente Y las de los demás, también).
Como decía Thomas Merton: «Si he visto más lejos, es poniéndome de pie sobre los hombros de gigantes». Todos debemos seguir este ejemplo de humildad, porque nadie tiene el monopolio de las buenas ideas.
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