Desarrollo Organizacional: Motivando… O con el Mazo Dando
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No deja de sorprenderme la disociación entre los discursos y las prácticas de muchas empresas que, en un ejercicio de descarado cinismo, se apuntan públicamente a la moda de la conciliación mientras sus prácticas internas son la perpetuación del premodernismo.
Sin entrar a comentar la lamentable costumbre, por desgracia bastante extendida, de convocar reuniones en horarios que exceden la jornada laboral, en esta entrada voy a centrarme en concreto en la celebración de reuniones de departamento, «kick-off’s», reuniones de compañía y similares durante los fines de semana.
No es extraño que estas prácticas sucedan en las mismas empresas que luego se intentan posicionar como adalides de la conciliación, el medio ambiente, la apuesta por el talento y todo lo «cool» que cabe esperar de una empresa modelo.
Se supone que los objetivos de estas mascaradas son loables: «motivar», «hacer equipo», «fomentar las relaciones interpersonales e interdepartamentales» y un largo sinfín de expresiones manidas.
Las justificaciones para hacerlas a costa del tiempo de ocio, cultura, descanso, vida familiar, actividad deportiva. etc. de las personas que allí trabajan son variopintas: «no podemos dejar sólo al cliente», «no tenemos otra alternativa si queremos alcanzar los resultados» o «nos lo exigen desde fuera» son sólo algunos ejemplos.
Pero la evidencia más patente del escaso respeto a las personas de la organización y a su inteligencia es la forma en que estos eventos se convocan.
Por lo general no hay valor para decir que se trata de actos de asistencia obligatoria con riesgo de represalia en caso de ausencia, sino que en su lugar se «recomienda encarecidamente» la participación. La cobardía y pobre liderazgo de quienes los convocan hace además que, con frecuencia, se le encargue el «trabajo sucio» a Recursos Humanos, para quedar así a salvo de la antipatía y resentimiento colectivos.
Y de este modo nos encontramos, en buena parte gracias a la complicidad, activa o pasiva, del departamento de Recursos Humanos, con que la empresa hace (mal) uso del tiempo libre de las personas que tanto le importan para llevar a cabo su farsa.
Porque hablamos simple y llanamente de farsa. ¿Cómo puede calificarse si no la celebración de un evento supuestamente destinado a fomentar lo que en realidad destruye? ¿Hay alguien que realmente piense que un acto celebrado a costa del tiempo libre de las personas, bajo coacción y en estas circunstancias, puede tener algún efecto motivador o cohesionador?
Afortunadamente hay otras muchas empresas que realmente entienden que su futuro depende en buena medida del compromiso y el «engagement» de las personas que la componen; que dicho compromiso debe ser mutuo y que sin respeto no es posible el compromiso. Empresas que en lugar de tomar el camino fácil se preocupan por explorar alternativas, porque existen. Empresas que evolucionan e innovan porque son capaces de mirar más allá de los resultados del trimestre, conscientes de estar participando en una carrera de fondo.
Quiero pensar que el tiempo pondrá a uno y otro tipo de empresas en su lugar. Personalmente, no acabo de entender eso de «motivar a la fuerza» ni conozco ningún caso en el que lo de «tú te motivas porque lo digo yo» haya funcionado.
Y no sé, a lo mejor esta y otras muchas prácticas caducas guardan alguna relación con el hecho de que sólo el 26% de los empleados de Europa esté altamente «engaged» o comprometido…
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