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Desarrollo Profesional: La Solución tiene un Precio

| tiempo de lectura 2:41'
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Una de las cosas que más me ha llamado la atención trabajando con altos directivos es la forma en la que afrontan los problemas. Creo de hecho que esta es una de las habilidades que permite distinguir de un vistazo a un directivo de alto nivel de otro que no lo es.

Ante un problema serio, la reacción inmediata más habitual es paralizarte y perderte en los detalles del mismo, en el cotilleo, en lo que hubiera podido ocurrir, los «debería» y los «si se pudiera». En definitiva, quedarte atascado en el problema y en sus detalles irrelevantes, en lugar de centrarte en la solución.

Los directivos de los que hablo, por el contrario, sólo quieren saber aquello que es relevante para la solución. No es que no les importen los demás detalles, sino que sus agendas hipersaturadas no dejan hueco para desperdiciar el tiempo y eso les obliga a mantener una actitud marcadamente orientada al presente y al futuro, a lo que es y a lo que todavía se puede hacer. No les interesa el morbo, ni las conjeturas, ni los dramatismos ni, en general, nada que no sea un hecho o un dato utilizable para la búsqueda y construcción de una solución.

Con frecuencia me he encontrado con que la respuesta al plantear un problema han sido dos preguntas muy sencillas:

  1. ¿Cuál es la dimensión del problema? Es decir, los datos numéricos que permitan darle una forma medible: personas afectadas, pedidos erróneos, desde cuándo existe, clientes con quejas…
  2. ¿Cuánto cuesta la solución? No sólo en el aspecto económico sino también en tiempo, recursos, costes de oportunidad, efectos colaterales…

El efecto inmediato que he sentido al responder a estas preguntas ha sido una sensación de alivio. Aquel problema que parecía tan difícil de solucionar pasa a ser algo mucho más sencillo. Al desproveer al problema de sus componentes emocionales lo primero que desaparece es el miedo y con ello los bloqueos mentales. Ese problema amorfo que antes imaginaba enorme toma de repente una apariencia normal y casi insignificante.

Imagínate en este ejemplo cómo cambia la situación si pasas de «ha habido un error en el cálculo del bonus en toda Europa» (¡horror!) a «ha habido un error de un 4% en el cálculo del bonus del 15% de los empleados, el 67% de los cuales es a favor del empleado y el 33% restante en contra».

Lo primero es que ya sabes la dimensión del problema: El 85% de los empleados ha cobrado su bonus correcto y, del 15% que no, dos tercios han cobrado una cantidad ligeramente superior a la correcta, algo que habrá que solucionar pero no es urgente. Te queda por tanto un 5% de empleados a los que has pagado hasta un 4% menos del bonus que les correspondía y a los que debes una explicación y una solución de inmediato.

Ahora puedes calcular lo que te cuesta solucionar el problema: tiempo en hacer los cálculos correctos, cantidades no abonadas y abonadas por error, hablar con los empleados afectados… Luego estarás en condiciones de decidir entre las alternativas existentes cuales tienen sentido y cuales no.

Lo importante para resolver un problema no es mirar hacia atrás sino al presente, a lo que te enfrentas realmente, y hacia delante, a la solución, porque mirar hacia atrás te podrá ayudar a no repetirlo, pero rara vez a resolverlo.

Ante un problema, lo que tienes que hacer es ver cuánto mide y cuánto cuesta solucionarlo o, como decía un buen colega y amigo: «Size it and price it«.

La gran enseñanza que estas experiencias me han aportado es ser consciente en todo momento de que los problemas tienen dimensiones y su solución tiene un precio.

Comentarios

Nacho Muñoz avatar
Nacho Muñoz


Muy buena entrada. La solución de esos directivos orientados a los resultados pasa por operativizar los problemas en términos de concreción. Por utilizar el mismo ejemplo:

"ha habido un error en el cálculo del bonus en toda Europa" no es la definición de un problema, es una frase que da lugar a múltiples interpretaciones, por no decir la cadena de rumor que se puede montar en torno a la misma si se filtra.

"ha habido un error de un 4% en el cálculo del bonus del 15% de los empleados, el 67% de los cuales es a favor del empleado y el 33% restante en contra" representa una concreción de lo que está ocurriendo. Bien planificada la resolución del asunto hasta puede ser comunicada sin que se dejen espacios al "cotilleo"

Lo primero es un titular de prensa, lo segundo, una frase que descifra de manera concluyente una realidad.

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José Miguel Bolívar


@Nacho Muñoz: Así es. Y la diferencia entre una y otra a la hora de posibilitar una resolución rápida y eficaz del problema es enorme.

Gracias por contribuir.

JM

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Yoriento


En realidad me da la impresión de que la segunda pregunta ya incluye las respuestas también a la primera ;-)

Gran reflexión, José Miguel.

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José Miguel Bolívar


@Yoriento: Creo que en parte sí pero que al separarlas ganas claridad y seguramente obtengas más información.

Gracias por participar, Alfonso.

JM

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