Los Problemas son como el Salami
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Una de las ventajas añadidas de usar la metodología GTD es que te permite comprobar que la expresión «divide y vencerás» también funciona con la realidad cotidiana.
Cuando te encuentras frente a un problema tu reacción inicial procede de tu cerebro reptiliano, ese residuo evolutivo que limita nuestras reacciones instintivas a tres: huir, atacar o quedarte quieto.
Lo primero, por tanto, es salir de ahí y redirigir tu actividad cerebral a otra zona más creativa que te ofrezca alternativas algo más útiles. Me refiero al lóbulo prefrontal.
¡Bien!, ya has visto el problema, ahora necesitas ver la solución.
Es posible que a primera vista esa solución te parezca algo muy complicado, puede que casi imposible de conseguir. Lo mismo te sucedería si alguien te dijera que te comieras un salami e intentaras hacerlo de una sola vez. Si lo intentaras seguro que te atragantarías y es probable que murieras asfixiado.
Sin embargo tú sabes que el problema del salami tiene una solución muy fácil: cortarlo en lonchas.
Expresándolo en terminología GTD, «comerte un salami» sería un proyecto que requiere más de una acción para completarse. Lo que tendrías que hacer por tanto es identificar la próxima acción: «cortar una loncha y comértela». La siguiente próxima acción sería «cortar otra loncha y comérmela» y así, sucesivamente, hasta que no quede ni rastro del salami.
Descomponiendo el proyecto «comerte un salami» en una serie de próximas acciones «cortar una loncha y comérmela» has conseguido no sólo que el proyecto no se te atragante sino incluso disfrutar de él y que te alimente.
De forma parecida puedes conseguir que un problema acabe convirtiéndose en una oportunidad para «alimentarte» aprendiendo y «disfrutar» desarrollando nuevas habilidades.
Así que la próxima vez que tengas que enfrentarte a un problema, afila bien el cuchillo de tu imaginación y disponte a dar buena cuenta de él. A fin de cuentas, es sólo un salami…
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