Por Qué Nadie Lava un Coche de Alquiler
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Parece que últimamente hay una preocupación generalizada por parte de las empresas en general, y de los profesionales de Recursos Humanos en particular, sobre la falta de compromiso de las personas que trabajan en las organizaciones.
Los anglosajones lo tienen más claro. El verdadero problema no es la falta de Commitment (Compromiso), sino de Engagement (Satisfacción + Compromiso + Motivación).
Sé que hay quien traduce Engagement por implicación. Además de no ser una traducción correcta, a mí implicación me suena a término delictivo, por lo que a falta de algo mejor seguiré hablando de Engagement.
La diferencia entre Compromiso y Engagement no es sutil. Compromiso nos habla de Obligación, aunque sea por iniciativa propia, mientras que Engagement nos habla de Vínculo, algo mucho más emocional y por supuesto también voluntario. Y no tiene nada que ver cuando trabajamos porque es nuestra obligación con la forma en que uno trabaja cuando se siente vinculado a su empresa.
Está demostrado que las empresas que consiguen mejores resultados no son las que tienen niveles de Compromiso más o menos elevados, sino las que tienen altos índices de Engagement. Puedes encontrar un interesante informe de Towers Perrin al respecto aquí (en inglés).
Un empleado que se siente vinculado a su empresa está orgulloso de trabajar en ella, presume de ello, la recomienda… Esta actitud es fruto de muchos y diversos factores, pero fundamentalmente de la existencia de un sentimiento de pertenencia recíproco: él empleado siente que forma parte de la empresa y que la empresa, a su vez, es de algún modo suya.
Es este sentimiento de pertenencia mutua el que hace que el nivel de contribución de esta persona sea realmente excepcional y equiparable al que se produciría si la empresa fuese realmente suya.
A toda esta gente tan preocupada por la falta de compromiso de sus empleados yo les preguntaría: ¿se dan realmente en tu empresa las condiciones para que las personas se sientan vinculadas a ella? Estoy convencido de que la respuesta en todos los casos, de ser sincera, sería no.
El problema no es que las nuevas generaciones, o las no tan nuevas, hayan perdido súbitamente por el camino el sentido del compromiso. El verdadero problema es que la dinámica empresarial de las últimas décadas hace que generar y mantener las condiciones para que este vínculo empresa-persona sea posible se haya convertido en un reto cada vez mayor, lo que no significa que sea imposible.
La solución no es sencilla, requiere un esfuerzo importante, sobre todo porque exige un cambio de paradigma, pero es posible y está al alcance de nuestra mano. La diferencia en los resultados, sin duda, merece la pena.
Lo que en cualquier caso debemos tener siempre presente es que si un empleado no se siente vinculado a su empresa, se limitará a cumplir con lo que estipula su contrato. A fin de cuentas, la empresa no es suya. Es el mismo motivo por el que nadie lava un coche de alquiler.
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