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La Flexibilidad como Excusa

| tiempo de lectura 2:49'
flexibilidad, cortesía de liss_mcbovzla

La flexibilidad está de moda, algo hasta cierto punto lógico en estos tiempos líquidos en que vivimos.

Ser flexible hoy significa ser adaptable al cambio, estar abierto a la innovación y formar parte de la modernidad. En otras palabras, ser flexible hoy es ser 2.0.

También en el ámbito profesional la flexibilidad es un valor al alza y es difícil encontrar un modelo de competencias profesionales que se tenga por actual y que no la incluya.

El problema con este tipo de palabras tan cargadas de connotaciones positivas es que incitan a su abuso y ser interpretadas de forma interesada. Están sujetas a lo que yo llamo un «uso impostor» de las mismas (p.e. «flexibilidad laboral»).

En el caso concreto de la flexibilidad tengo comprobado que es una palabra por la que sienten una especial atracción los incompetentes y los caciques.

Los incompetentes ven en la flexibilidad la solución a todos los problemas con los que se encuentran a consecuencia de su falta de previsión, planificación y organización. Para ellos, qué casualidad, el inflexible siempre es el otro.

La flexibilidad para los incompetentes consiste en que los demás nos volvamos tan chapuzas, poco previsores y poco profesionales como ellos y trastoquemos nuestros planes en el último momento para adecuarnos a sus necesidades.

Por otra parte, para los caciques la flexibilidad es la garantía de poder encontrar siempre un hueco por el que escapar a la norma; es el pasaporte al mundo del apaño y del chanchullo.

Los caciques siempre aluden a la flexibilidad para poder hacer lo que les viene en gana ajenos a las limitaciones que afectan a los demás mortales y, qué casualidad de nuevo, el inflexible es siempre también el otro.

Sin embargo resulta muy fácil detectar el «uso impostor» de la palabra flexibilidad.

Las personas realmente flexibles empiezan por serlo en primera persona y nunca exigen más flexibilidad a su interlocutor de la que ellas mismas están dispuestas a ofrecer.

Por otro parte las personas realmente flexibles saben que la flexibilidad de verdad debe existir al principio, no al final, de las conversaciones, acuerdos, situaciones, etc.

Decidir que quieres tarta cuando el camarero te trae el helado que has pedido es perfectamente respetable, pero no llames inflexible al camarero si no quiere cambiarte el helado por la tarta. Estoy seguro de que el camarero te preguntó en su momento qué querías de postre con toda la flexibilidad que la carta le permitía.

Iba a citar también algún ejemplo relacionado con cambios de último minuto en las especificaciones de proyectos de IT pero no me gusta ir provocando 😉

Del mismo modo una política de empresa, un reglamento o un procedimiento de trabajo pueden diseñarse con un alto grado de flexibilidad que contemple todas las excepciones tipo y oriente sobre cómo proceder en casos excepcionales de modo que cualquiera pueda hacerlo.

Una buena política, un buen reglamento o un buen procedimiento deberían de hecho permitir la gestión automática del 80% de situaciones y dar orientación suficiente como para que cualquiera con dos dedos de frente pueda gestionar de forma coherente el 20% de excepciones restantes.

Sin embargo nos encontramos con frecuencia con políticas, reglamentos y procedimientos innecesariamente rígidos que ni siquiera contemplan cómo manejar las excepciones. Estos documentos suelen ser insuficientes para gestionar al menos el 50% de las situaciones y además permiten la más absoluta discrecionalidad y aleatoriedad en la forma de gestionar las excepciones, generalmente por parte de la misma oligarquía que elaboró la política, el reglamento o el procedimiento.

La flexibilidad como capacidad de adaptarse rápidamente a las circunstancias, los tiempos y las personas, rectificando oportunamente nuestras actitudes y puntos de vista, nos ayuda a lograr una mejor convivencia y entendimiento con los demás.

Espero que esta entrada te sea útil para distinguir flexibilidad de lo que no lo es; para diferenciar la flexibilidad como cualidad que nos ha permitido adaptarnos y evolucionar como especie de la flexibilidad como excusa.

Comentarios

Juan Martínez de Salinas avatar
Juan Martínez de Salinas


Hola JM,

Un buen post que comparto íntegramente.

Flexibilidad significa adaptarse a las circunstancias que vayan aconteciendo en nuestro día a día.

En efecto, la gente incompetente entiendo por flexibilidad el hacer las cosas sobre la marcha como hacen ellos dejando todo lo que hagamos cuando sea y como sea. Eso si, cuando les pides tu algo las cosas ya cambian.

Hoy en día a cualquier cosa se le llama flexibilidad cuando en realidad muchas de esas cosas tienen otro nombre.

Saludos,

Jose Miguel Bolivar avatar
Jose Miguel Bolivar


@juan: La flexibilidad es algo muy positivo. Lo único malo es cuando se utiliza malintencionadamente para justificar lo injustificable.

Me alegro de que te haya gustado el post.

Muchas gracias por pasarte y comentar.

JM

Odilas avatar
Odilas


Das en el clavo JM.
Personalmente necesito conocer las reglas del juego antes de entrar, los riesgos, opciones, alternativas...en fin deformación profesional de la gestión de proyectos. Pero también me considero alguien flexible. Me he sentido algunas veces como el camarero del que hablas ;-).
La próxima vez que se me ponga cara de poker, me acordaré de tu post y esbozaré una flexible sonrisa.

Gracias.

Jose Miguel Bolivar avatar
Jose Miguel Bolivar


@Odilas: Creo que la flexibilidad no está reñida con el rigor. Es más, creo que el rigor precisa de la flexibilidad para serlo.

Muchas gracias por pasarte y contribuir.

JM

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