La Flexibilidad como Excusa
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La flexibilidad está de moda, algo hasta cierto punto lógico en estos tiempos líquidos en que vivimos.
Ser flexible hoy significa ser adaptable al cambio, estar abierto a la innovación y formar parte de la modernidad. En otras palabras, ser flexible hoy es ser 2.0.
También en el ámbito profesional la flexibilidad es un valor al alza y es difícil encontrar un modelo de competencias profesionales que se tenga por actual y que no la incluya.
El problema con este tipo de palabras tan cargadas de connotaciones positivas es que incitan a su abuso y ser interpretadas de forma interesada. Están sujetas a lo que yo llamo un «uso impostor» de las mismas (p.e. «flexibilidad laboral»).
En el caso concreto de la flexibilidad tengo comprobado que es una palabra por la que sienten una especial atracción los incompetentes y los caciques.
Los incompetentes ven en la flexibilidad la solución a todos los problemas con los que se encuentran a consecuencia de su falta de previsión, planificación y organización. Para ellos, qué casualidad, el inflexible siempre es el otro.
La flexibilidad para los incompetentes consiste en que los demás nos volvamos tan chapuzas, poco previsores y poco profesionales como ellos y trastoquemos nuestros planes en el último momento para adecuarnos a sus necesidades.
Por otra parte, para los caciques la flexibilidad es la garantía de poder encontrar siempre un hueco por el que escapar a la norma; es el pasaporte al mundo del apaño y del chanchullo.
Los caciques siempre aluden a la flexibilidad para poder hacer lo que les viene en gana ajenos a las limitaciones que afectan a los demás mortales y, qué casualidad de nuevo, el inflexible es siempre también el otro.
Sin embargo resulta muy fácil detectar el «uso impostor» de la palabra flexibilidad.
Las personas realmente flexibles empiezan por serlo en primera persona y nunca exigen más flexibilidad a su interlocutor de la que ellas mismas están dispuestas a ofrecer.
Por otro parte las personas realmente flexibles saben que la flexibilidad de verdad debe existir al principio, no al final, de las conversaciones, acuerdos, situaciones, etc.
Decidir que quieres tarta cuando el camarero te trae el helado que has pedido es perfectamente respetable, pero no llames inflexible al camarero si no quiere cambiarte el helado por la tarta. Estoy seguro de que el camarero te preguntó en su momento qué querías de postre con toda la flexibilidad que la carta le permitía.
Iba a citar también algún ejemplo relacionado con cambios de último minuto en las especificaciones de proyectos de IT pero no me gusta ir provocando 😉
Del mismo modo una política de empresa, un reglamento o un procedimiento de trabajo pueden diseñarse con un alto grado de flexibilidad que contemple todas las excepciones tipo y oriente sobre cómo proceder en casos excepcionales de modo que cualquiera pueda hacerlo.
Una buena política, un buen reglamento o un buen procedimiento deberían de hecho permitir la gestión automática del 80% de situaciones y dar orientación suficiente como para que cualquiera con dos dedos de frente pueda gestionar de forma coherente el 20% de excepciones restantes.
Sin embargo nos encontramos con frecuencia con políticas, reglamentos y procedimientos innecesariamente rígidos que ni siquiera contemplan cómo manejar las excepciones. Estos documentos suelen ser insuficientes para gestionar al menos el 50% de las situaciones y además permiten la más absoluta discrecionalidad y aleatoriedad en la forma de gestionar las excepciones, generalmente por parte de la misma oligarquía que elaboró la política, el reglamento o el procedimiento.
La flexibilidad como capacidad de adaptarse rápidamente a las circunstancias, los tiempos y las personas, rectificando oportunamente nuestras actitudes y puntos de vista, nos ayuda a lograr una mejor convivencia y entendimiento con los demás.
Espero que esta entrada te sea útil para distinguir flexibilidad de lo que no lo es; para diferenciar la flexibilidad como cualidad que nos ha permitido adaptarnos y evolucionar como especie de la flexibilidad como excusa.
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